Another bad hunting (privado)

Hacía demasiado tiempo que no se pasaba por ahí, y como la última vez no le había ido muy bien (no había logrado atrapar nada) pensó que no volvería. Pero ahí estaba, cargando su arco en vez de la espada que usualmente llevaba y algunas flechas colgadas a la espalda, y hasta el momento no había logrado atrapar ni siquiera un conejo. Se lamentó el no haber traído a ningún sabueso consigo.

De pronto cayó en la cuenta de que, además de ningún animal, tampoco había visto a ningún humano por ahí. El lugar parecía estar desolado, como si todos hubieran decidido huir y fuera el único que se había quedado atrás, vagando en esa inmensa extención de campo.

"Tal vez huyen de mi" pensó de forma muy vaga, mientras lanzaba una roca hacia un montón de arbustos, del que nada salió volando.

Eso lo molestó aún más y se dio la vuelta comenzando a caminar en otra dirección, donde sabía que había un lago y al menos podría intentar pescar algo. Los peces no podrían haber huido también. Sin embargo seguía manteniéndose alerta, sólo por si acaso.

Pero mientras más caminaba más comenzaba a sentirse extremadamente solo. Era abrumador, y se dejó caer en el pasto sólo por un momento, dejando el arco a un lado y viendo el cielo, en el que comenzaban a formarse nubes, pero estaba seguro que no llovería hasta al menos una hora más tarde.

Tomó una flecha y la disparó sin prestar atención a una zona de pastizales altos, mientras suspiraba por su pésima suerte.

Alice soltó un largo suspiro y se dejó caer sentada al seco pasto del parque, rendida. Su estómago emitió un quejido de hambre y frustración, y la chica se lo tomó mientras ella también gemía. Tenía al menos dos días sin probar bocado alguno, sólo habia podido tomar agua. Y ahora podía sentir cómo su estómago casi se comía a sí mismo con lentitud. Y para mejorar las cosas, ese día todos los animales parecían haber huido de ella. ¿Por qué? Bueno, tal vez fuera a causa de que la noche anterior no había logrado controlarse muy bien, y se había quedado en aquella fase híbrida tan irritante suya. A saber que tonterías había hecho en esa fase, que por lo menos no era tan peligrosa como la fase completa.

Alzó la vista y no pudo evitar soltar otro largo suspiro, observando los altos pastizales que la rodeaban por todos lados. Se había escabullido a aquella área con la esperanza de encontrar a algún animalillo pequeño que se hubiese decidido esconder ahí, para poder cazarlo, asarlo a fuego lento y por fin comer algo en tanto tiempo. Pero nada, habían pasado ya varios minutos y no había encontrado absolutamente nada. Sabía que no podría seguir así, o probablemente se desmayaría antes de regresar a la cabaña con Emilly y Einar, y a saber si podrían encontrarla.

Gimió de desesperación y frustración, tirando la cabeza hacia atrás y mirando hacia el cielo mientras daba unas cuantas patadas a la tierra, cómo una niña pequeña cuando no ha podido conseguir un caramelo. Ahogó un sollozo de frustración y decidió que no lograría nada ahí sentada, y estaba dispuesta a incorporarse cuando de pronto un particular aroma invadió sus fosas nasales. Se quedó completamente quieta por un momento, olfateando el ambiente e intentando descifrarlo. Era un aroma conocido, pero...arrugó la nariz.

¿Podría ser...?

Pero no pudo terminar de armar conclusiones, Pues, justo en ese momento, a un lado de ella había habido un notable movimiento. Una liebre se encontraba observándola con una mezcla de curiosidad y miedo a unos cuantos metros de ahí, imitando su gesto y olfateando con su naricilla a su alrededor. Una sonrisa de victoria se dibujó en los labios de la joven, y por un momento se olvidó de aquel aroma que había sentido antes. Por fin había conseguido comida. Se levantó con cuidado, y...

Una punzada de dolor. No sabía de dónde había venido, ni en qué momento, pero sólo supo que aquella liebre había hecho uso de sus patitas y había comenzado a correr a la velocidad más rápida que pudo, huyendo de ahí. Hubo otra punzada de dolor, esta vez insoportable, y no pudo evitar soltar un grito de dolor. Aturdida y atontada, Alice bajó la vista hacia su estómago. Profirió otro pequeño chillido de horror al notar que de la nada tenía una flecha clavada poco más arriba de su cadera, a un lado del estómago. Se alivió al notar que al parecer no había herido ningún órgano, pero comenzó a entrar en pánico y a sentir que la vista se le nublaba. Se maldijo internamente por no haber visto que aquella flecha se aproximaba ¿Qué clase de cazadora era? Bueno, pues esta cazadora acababa de ser cazada.

Aunque temerosa por lo que pudiera encontrarse, Alice comenzó a caminar arrastrando los pies y a duras penas hasta afuera de los pastizales, a sabiendas de que le iría peor intentar esconderse en aquella ocasión qué exponerse a su cazador. Además, aquel aroma no lucía amenazador ni mucho menos. Era familiar, y en ese momento las emociones que expedía eran de frustración, casi las mismas que ella tenía desde hace un momento.

Al salir, supo al instante de quién se trataba. Y comenzó a suplicar internamente por que aquella flecha hubiese ido a parar justo a su estómago por accidente.

-A-Arthur...-Articuló, temerosa, antes de dejarse caer de rodillas al pasto, jadeando y temblando levemente.

Había estado seguro de que no daría con nada, que la flecha simplemente se perdería entre los pastizales y tendría que gastar una media hora buscándola entre la maleza. Pero no fue así. Apenas unos segundos después de haberla disparado, escuchó un chillido que hizo que le dieran escalofríos, al principio no supo que podría haber sido y se quedó sentado, con los ojos bien abiertos y en confusión.

Tomó torpemente una de las flechas que tenía al lado, y temblando logró colocarla en el arco, apuntando a los pastizales por si lo que fuera que estuviera ahí decidiera acercarse más. Tragó saliva y tensó la cuerda del arco, poniéndose de pie.

Veía como se movían, y lo que fuera que estuviera ahí estaba a punto de salir. Se mordió levemente el labio mientras fruncía el ceño, preparándose. Tal vez no fuera una cacería tan mala como había pensado al principio.

Y cuando finalmente su víctima por accidente salió de la zona de pastizales, el corazón le dio un vuelco y bajó lentamente el arco con la flecha, mientras miraba con incredulidad a la chica con la flecha clavada en un costado.

No podía ser. No tenía ningún sentido. Sintió como el arco y la flecha resbalan por sus dedos al suelo, pero no le dio ninguna importancia, y sólo pudo reaccionar hasta que escuchó la voz de Alice diciendo su nombre. Fue como si eso lo hiciera despertar del letargo en el que se encontraba y salió corriendo hacia ella al ver que se deplomaba.

-¡Alice! -gritó sentándse a su lado, mientras la tomaba de los hombros apoyándola sobre sus rodillas, viendo horrorizado la herida.

Su corazón latía con fuerza en su garganta, sin poder entender como es que había sucedido todo eso y sintiendo como la desesperación lo ahogaba con un enorme nudo en la garganta.

-E-espera Alice, resiste... -murmuró mientras tomaba la flecha, que por suerte no se había hundido mucho, pensando en que quizás lo más conveniente sería sacarla y luego vendar la herida, al menos provisionalmente hasta que pudiera llevarla con un médico- ¿Alice? Im sorry... Damnit...

La vista se le nublaba poco a poco, aunque Alice sabía que se trataba más por el nerviosismo, el miedo y la falta de alimento que por la pérdida de sangre. ¿Por qué? era siemple, no estaba sangrando tanto gracias a que la herida no fue profunda, y además desde antes de ser atrapada por la flecha había estado sintiendo pequeñas punzadas de dolor en la cabeza y mareo. En ese momento, al ser tan repentinamente alcanzada, probablemente se le habría bajado el azúcar. Eso era todo, y de eso se esforzaba por convencerse la chica, intentando no entrar en pánico.

Se sintió segura en cuanto Arthur acudió a ayudarla. Se aferró a él y lo usó cómo apoyo, jadeante, realmente aliviada al notar cómo todo había sido un mero accidente. Además, agradeció que se tratase de Arthur y no de otra persona, pues no cualquiera hubiera acudido a ayudarla. Cualquier otra persona no habría sido de confiar, y le hubiese resultado sospechoso habérsela encontrado en los pastizales. Entonces, probablemente descubriría de alguna manera que se trataba de un miembro del linaje de los licántropos, y en verdad ella no quería eso.

-I-It's All right...-Intentó tranquilizarle, haciendo un esfuerzo por regularizar su respiración y esbozar una pequeña sonrisa sincera, a sabiendas de que entrar en pánico y ponerse nerviosa no ayudaría en nada más que lograr que perdiese la consciencia más rápido. -J-Just be an little accident, I-Im fine...-Murmuró, débilmente, aferrándose con fuerza al mayor e intentando mantener los ojos abiertos. Sacudió la cabeza y se restregó los ojos, intentando despabilarse. No quería perder la consciencia y preocupar aún más a Arthur.

No importaba lo que dijera, no se veía para nada bien. Y todo eso era su culpa. Al examinar más de cerca la herida, se dio cuenta de que no estaba sangrando tanto, seguramente porque la flecha estaba obstruyendo el flujo de sangre, y se preguntó si quitándola no empeoraría las cosas. Quizás, pero llevarla de vuelta al pueblo a pie sería algo muy peligroso y tardado, y dejarla sola para ir a buscar ayuda simplemente no era una opción. Tendría que actuar de alguna otra forma.

-N-no dejes de hablar, ¿está bien? -le murmuró, mientras le acariciaba el cabello intentando calmarla un poco, aunque su voz sonaba tan débil que eso lo afligía; pero sabía que algo malo podría resultar si dejaba de hablar y cerraba los ojos- It'll be fine...

Entonces con mucho cuidado se quitó la capa y arrancó una tira de la tela, pensando en que podría servirle para hacer una venda improvisada. Él ya había pasado por eso en un varias ocasiones, y sabía lo doloroso que era.

-V-voy a quitar la flecha... -le dijo, arrodillado junto a ella. Abrió la boca para decir algo más pero como no encontró ninguna palabra, se limitó a tomar la flecha y sacarla de golpe, tal y como había hecho en otras ocasiones. Sin embargo, esta ocasión era quizás la peor de todas para él.

Las caricias que Arthur le daba de alguna forma lograban tranquilizarla. Pudo regularizar su respiración con más facilidad y sintió que sus músculos se relajaban con lentitud. Su presencia, el estar a su lado, era más que suficiente cómo para calmarla y lograr que no entrara en pánico. Hacía su máximo esfuerzo por mantener los ojos abiertos, pues le desesperaba la idea de cerrarlos y caer inconsciente.

-N-No vi venir la flecha...-Murmuró, intentando aligerar el ambiente, sintiéndose cada vez más débil. Esbozó una muy pequeña sonrisa a duras penas y observó fijamente hacia los ojos del chico, que eran exactamente del mismo verde que los suyos. -S-soy tan descuidada...aún cuando olfatee tu presencia...n-no me puse en guardia-Balbuceó, ya ni siquiera consciente de lo que decía. Incluso estaba revelándole que, cómo licántropo, podía olfatear su aroma, algo que en sus cinco sentidos nunca se permitiría.

Observó atentamente todo aquello que Arthur hacía, siguiendo sus movimientos con los adormilados ojos. Aún estaba algo asustada, pero hacía todo lo posible por mantenerse tranquila, pues sabía que si se atemorizaba todo iba a resultar aún más díficil y doloroso, para ambos. Confiaba en Arthur, aunque en realidad nunca había confiado en nadie, pero sabía que él era alguien de confiar. Con el paso del tiempo, notó que verdaderamente él era la primera persona que se estaba ganando su confianza.

No pudo evitar cerrar los ojos al escuchar que quitaría la flecha, y se preparó para cualquier cosa. Aún así, no pudo reprimir un grito de dolor al sentir cómo la afilada punta salía tan repentinamente, ahogándolo mordiéndose un labio inferior al instante, consciente de que eso sólo pondría aún más nerviosos a ambos. Su respiración volvió a agitarse, y de cierta manera aquel dolor había logrado despabilarla un poco. Estaba agradecida de poder efectuar y hablar con más coherencia, pero a su vez se lamentó al ver la herida sangrante, pues fue entonces cuando sí comenzó a desesperar. Nunca le había gustado la sangre, entre otras cosas cómo los insectos, le tenía fobia. Comenzaba a marearla.

-E-está bien, p-pronto cerrará, en un par de días...c-cuando me dé cuenta ya estará curada...-Se murmuraba en voz muy baja a sí misma, llevándose ambas manos al rostro y cubriéndose los ojos, jadeante. Definitivamente se sentía mejor una vez que la flecha ya no estuvo clavada en su costado, pero la sangre no la tranquilizaba ni un poco. Se aferró a Arthur, con los ojos fuertemente cerrados. Estaba mareada, y realmente deseaba que la herida cerrase pronto. Aunque incluso para un licántropo fuera imposible en tan poco tiempo.

Escuchaba lo que Alice le decía, pero no lograba captar muy bien las palabras al estar concentrado en la herida. De cualquier forma el simple hecho de escuchar su voz era tranquilizante, aunque sonara tan débil, y cuando ella le mencionó que había olfateado su presencia, no logró sacarle el significado real a esas palabras. Simplemente no fue capaz de razonarlas en ese momento.

Dejó caer la flecha ensangretada a un lado una vez que la hubo sacado tan bruscamente, la habría lanzado lejos pero eso lo haría después. Ahora lo más importante era ocuparse de que Alice estuviera bien.

-S-si.. no es tan grave -murmuró, pensando en que había visto cosas mucho peores donde todo había terminado bien... no tenía porque ser diferente en esta ocasión. De pronto le pasó por la mente lo que ella le había hecho prometer en el castillo de Yong, que la dejaría cuidar sus heridas. Ahora los papeles se habían invertido, aunque fuera sólo por una vez- Yo voy a cuidar de ti.. ¿ok?

Le dolía mucho verla así, con el rostro cubierto por sus manos, quería abrazarla pero no se atrevió y en vez de eso tomó el pedazo de tela que había arrancado, y de pronto se quedó pensando en algo por unos segundos.

- A-Alice... -dijo, intentando que no se le notara el nerviosismo que de pronto sentía en la voz- Necesito ver tu herida... el vestido...

Esperaba que eso hubiera sido suficiente para que ella comprendiera que el vestido le estorbaba para ver que tan grave era la herida en realidad y para poderle poner la venda improvisada. Sabía que era una emergencia pero de cualquier forma no pudo evitar sonrojarse un poco, y para que ella no lo notara desvió la vista hacia otro lado, manteniéndola fija en el pedazo de tela que tenía en su mano inútilmente.

No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa y sonrojarse ligeramente al escuchar cómo Arthur le decía que ahora él cuidaría de ella. Los papeles se habían invertido, al menos por esa vez. Permaneció un rato con las manos cubriéndole el rostro, y luego las bajó con lentitud, temblando levemente aún sin acostumbrarse a ver la sangre de la herida de su costado. No pudo evitar seguir sintiéndose mareada, y además estaba bastante pálida tanto por eso cómo por la pérdida de sangre. Se aferró con fuerza a Arthur, pero le soltó al notar que así no le permitía moverse libremente para vendarle la herida, aún así permaneció lo más cerca que pudo de él.

Por alguna razón, la sóla prescencia del inglés era más que suficiente para tranquilizarla y hacerla sentirse protegida. Nunca antes había tenido un apego así por una persona, ni siquiera había podido confiar en alguien. Recordó la primera vez que confió en Arthur, haciéndole prometer que le enseñaría a montar en caballo, y para convencerla de que verdaderamente podría confiar en esa promesa, le había dado un costoso reloj de bolsillo, el cual aún conservaba en su hogar. No dejaba que Einar ni mucho menos Emilly lo tocaran, pues se trataba de algo verdaderamente importante para ella.

Esperó a que Arthur le vendara la herida, igual de ingenua que él, sin haberse dado cuenta del pequeño inconveniente hasta que observó cómo el mayor se había puesto pensativo por unos minutos y luego el nerviosismo invadió su semblante. Al principio no comprendió, pero sus mejillas se encendieron intensamente al escuchar lo que el inglés le decía, y no pudo evitar cubrirse con ambos brazos por instinto, cómo si quisiese impedir que el vestido le fuese arrebatado. Claro que, no pensaba que Arthur pudiera llegar a hacer eso, definitvamente no, era sólo un acto de reflejo.

Se mordió el labio inferior, y casi pudo jurar que su rostro brillaba de un rojo fosforescente en ese momento. Comenzó a tartamudear cosas incomprensibles, mirando en todas direcciones igual de nerviosa que Arthur, evitando mirarle a los ojos.

-A-Ah...y-yo...s-sí, el v-vestido, e-eso...-Balbuceaba, con la mirada desviada hacia un arbusto, sintiendo las mejillas arderle. Sintió que un nudo se le formaba en la garganta y se maldijo internamente por llevar un vestido y no una ropa más fácil de manejar, con la cual no tuvieses que quedar semidesnuda para poder dejar a la vista tu estómago. Soltó un sonoro suspiro y volvió su mirada hacia Arthur, cerrando fuertemente los ojos y mordisqueándose aún el labio inferior. Sabía que era inevitable, tenía que hacerlo. Y no era un buen momento para ponerse a protestar cómo una chiquilla avergonzada. -D-D-de acuerdo, a-ahora...ahora...ahora mismo m-me lo quito...a-aguarda...u-un...-Murmuró, sintiendo cómo se sonrojaba aún más. Inhaló profundamente y abrió los ojos con lentitud, resignándose. Ella confiaba en Arthur, estaba segura de que el era un caballero y...y no la tocaría de más.

Con cuidado estiró uno de sus brazos hacia su espalda, palpándola con torpeza en busca de la cremallera del vestido. Una vez que dió con ella, la tomó firmemente, armándose de valor. Exhaló una gran bocanada de aire y, evitando la mirada de Arthur, comenzó a bajar el cierre lentamente. Las mangas del vestido enseguida comenzaron a suavizarse y se deslizaron con suavidad por sus hombros desnudos, hasta que cayeron a la altura de sus codos. Alice, con mucho cuidado y sin poder evitar hacer algunas expresiones de dolor, comenzó a deslizar el resto del vestido hasta la altura de su cadera, dejando expuesta la herida de la flecha. La sangre produjo que empalideciera de nuevo y se sintiese mareada, más el pequeño sonrojo continuaba en sus mejillas. Se llevó una mano a las sienes y se las masajeó, intentando suavizar el mareo.

No pudo evitar recordar la vez en que se peleó con Arthur e hicieron a Peter llorar. La razón por la que se habían peleado, y por la que su querido hermano menor estalló en llanto, fue por una tontería que Alfred le había contado. Que Arthur era un pervertido. Sacudió la cabeza y quiso apartarse aquellos pensamientos. Arthur era todo un caballero inglés, ella misma lo había admitido y se había cerciorado de eso. Además, era tan bueno... ¡No podía pensar eso de la persona que cuidaba de ella en esos momentos! Se sintió culpable por hacerlo.

-A-Anda, v-véndala...-Murmuró, aún sin mirarle a los ojos y abrazándose los hombros. El estar en ropa interior de la cintura para arriba frente a un chico no era ni en lo más mínimo cómodo para ella -mucho menos por que era considerablemente plana, y eso no era algo que la pusiera feliz-, y simplemente quería acabar con eso pronto. Pero, ver la herida al descubierto...la sangre con la que estaba cubierta era realmente dificil de ignorar. Se sintió tan mareada que por un momento perdió el equilibrio, y cayó al suelo, aunque intentaba apoyarse con un brazo débil para evitar caer del todo.

No entendía como había llegado hasta esa situación tan.. tan extraña. Cuando había lanzado esa flecha a los pastizales jamás le pasó por la cabeza que terminaría en algo tan difícil, ni por un segundo. Y ahora ni siquiera se atrevía dirigirle la mirada a Alice después de haber mencionado lo del vestido. Pero ambos sabían que no les quedaba otra opción, así que no había tiempo para estar dándole vueltas al asunto.

Escuchó como Alice tartamudeaba algo, seguramente más nerviosa que él, y eso era bastante comprensible. Se mordió el labio inferior mientras se preguntaba que tan incómoda debía de estar, seguramente bastante, y por un segundo pensó que incluso se iba a negar, cuando la escuchó bablbuecar algo sobre que ahora mismo se lo quitaba. Abrió los ojos con sorpresa ante eso, y sin atreverse a voltear todavía, escuchó como iba bajando el cierre del vestido al tiempo que su sonrojo iba haciéndose cada vez más intenso. Se dio la vuelta y comenzó a buscar entre sus cosas algo en específico: una cantimplora. Por suerte estaba llena, pues no la había utilizado para nada.

Tomó aire y cerró los ojos por un momento, mientras le daba la espalda a Alice y hacía más tiras con la capa, pues estaba seguro de que con una no iba a bastar. Finalmente se dio la vuelta para quedar de frente con ella y comenzar a curarla. Quería terminar con todo eso de una maldita vez.

Fue entonces cuando Alice cayó al suelo de espaldas, al parecer impresionada por ver finalmente como era en realidad la herida, que para nada era lo mismo verla a través de la ropa que verla directamente. Él sabía que le tenía una especie de fobia a la sangre, y seguramente eso era lo que la había impresionado, pero no podía dejar que por nada del mundo se desmayara.

-¡A-Alice! -gritó acercándose a ella y tomándola de la espalda para ayudarla a incorporarse, al ver que intentaba sostenerse débilmente por un brazo.- T-terminará pronto, ¿ok? T-ten de esto...

Le dio la cantimplora con agua, esperando que eso la ayudara a sentirse mejor, pues se veía bastante débil y la hemorragia podía deshidratarla. Mientras tanto él puso toda su atención en la herida, sin atreverse a dirigir su mirada a otro lado, ni siquiera al rostro de ella.

Con una de las tiras de la capa comenzó a vendarla, haciéndole un nudo alrededor y aprentándolo lo mejor posible, pero sin llegar a lastimarla más. Después hizo lo mismo con más hasta asegurarse de que la sagre se contuviera y no hubiera más hemorragia. Duró un rato concentrándose sólo en eso, tratando de que todo saliera bien. Seguramente lo que había hecho serviría de forma parcial, en lo que llegaban al castillo, donde podría ser atendida de forma más decente.

Una vez que hubo terminado con ello, levantó la vista, habiéndose olvidado de que para que él pudiera intentar curarla, ella se había tenido que quitar parte del vestido. Se volvió a sonrojar de golpe al verla así, pues hasta entonces no la había visto directamente y giró la cabeza bruscamente hacia un costado lo más rápido que pudo. No podía creer que hubiera echo esa estupidez de voltear, y se pateó mentalmente por haber olvidado algo que era tan importante. Curar a una mujer era mil veces mucho más difícil que curar a un hombre. De forma muy vaga pensó en que no permitiría que fuera necesario tener que curarla otra vez.

-C-creo que con eso s-servirá por ahora... -balbuceó, esperando que ella no hubiera notado esa reacción y tratando de sonar tan normal como fuera posible, aunque sus mejillas ardieran y el corazón le latiera tan rápido- N-no fue tan grave...

Por suerte eso último era cierto. Él sabía que una herida con una flecha bien podría ser mortal, y habían tenido bastante suerte de que no le hubiera dado en ningún órgano importante. Ahora tenía que llevársela de ahí a un lugar seguro, aunque ir a pie al castillo fuera tardado. Dirigió su mirada al cielo, y vio que seguramente no tardaría en comenzar a llover, como era lo usual. Eso complicaba muchísimo las cosas. Pensó que si eso sucedía lo más probable era que tuviera que terminar buscando un refugio, y esperar.

Tomó varios enormes tragos de un sólo golpe de la cantimplora. Tenía mucha, mucha sed. Se separó de la boca de la botella únicamente cuando esta ya casi y estaba vaciada en su totalidad. Tomó una gran bocanada de aire y se limpió la boca con una mano, aliviada y más despierta después de tomar agua. Dejó la cantimplora a un lado de ella y relajó todos sus músculos, intentando facilitarle el trabajo al mayor de vendarle la herida.

Ella le miraba trabajar fijamente, sólo a él. Pues, a diferencia de Arthur, ella no quería en lo más mínimo concentrarse en su herida, por lo que buscaba distraerse con los ojos -y tal vez un poco con sus cejas también-, que eran de un intenso verde. A pesar de que eran del mismo tono que los de ella, se perdía con una increíble facilidad en ellos. Era un color realmente cautivador, y le tranquilizaba, cómo todo Arthur lo hacía. No pudo evitar sonrojarse ligeramente al notar que lo miraba tan fijamente, y desvió la mirada con lentitud, intentando aparentar que se distraía con otra cosa.

Cuando su herida estuvo vendada, se sintió mucho mejor. Bajó la cabeza hacia las improvisadas vendas, y no pudo evitar soltar un suspiro de alivio al notar que la herida ya no estaba a la vista, ni tampoco lo sangre. No estaba segura de qué clase de fobia hacia la sangre era la que tenía, pero era únicamente a la fresca. Cuando la veía salir de una herida espontáneamente, de cualquier otra manera, podía manejarla sin tanto nerviosismo. Tal vez se debiera a que su peor miedo era que al despertar un día después de la luna llena, amaneciera con sangre fresca que no fuera la suya. Sacudió la cabeza apartando aquellos pensamientos, pues no eran agradables. Y se concentró en buscar de nuevo la mirada de Arthur, sin poder evitar esbozar una pequeña sonrisa al encontrarla.

El sonrojo volvió a colorear sus mejillas al notar que él se había sonrojado también, y de cierta manera la alivió un poco. Arthur era un caballero, y sabía respetar a las mujeres cómo uno. Esa era otra de las causas de que Alice sintiera tanto afecto hacia él. Podiendo moverse un poco mejor volvió a subirse el vestido hasta los hombros, metiendo los brazos a las mangas con cuidado y aún son la pequeña sonrisa presente.

Luego, con cuidado, se arrimó hacia Arthur y le dió un fuerte abrazo. Al menos, con toda la fuerza que podía tener en ese estado. Apoyó la cabeza en su hombro, aún ruborizada y aferrándose con fuerza a sus ropas.

-Thank you, Arthur...-Agradeció, ampliando su sonrisa. Justo en ese momento, repentinamente y en el momento menos adecuado para Alice, su estómago emitió un rugido. La chica se sonrojó intensamente de nuevo, aferrando aun más el agarre a las ropas de Arthur, cerrando con fuerza los ojos. ¡Y que oportuno momento eligió su estómago para quejarse por el hambre! -¡¡L-Lo siento!! N-No...M-mi estómago, n-no sé por qué...-Intentó excusarse, torpemente, realmente avergonzada. Soltó un sonoro suspiro y soltó un gemido quejumbroso, cómo el de una niña pequeña cuando no obtuvo lo que quería. -Q-Qué pena...

Tenía su vista fija en otro punto, más allá de los pastizales, mientras esperaba que Alice se volviera a colocar el vestido como era debido y mientras su sonrojo se quitaba aunque fuera un poco. Entonces escuchó de nuevo el cierre subirse, y suspiró un poco de alivio. Ya todo había pasado. Estaba por darse la vuelta para ayudar a Alice cuando inesperadamente sintió un.. ¿abrazo?

Inmediatamente el sonrojo volvió a sus mejillas y sintió como el corazón le daba un salto al sentir como ella se aferraba a su ropa. Torpemente le devolvió el abrazo, rodeándola con sus brazos con mucho cuidado, sentía estúpidamente que ante cualquier movimiento brusco podría hacerle daño, sabía que era ridículo, pero no podía evitarlo.

-N-no problem... -respondió en un murmullo apenas audible, al escuchar como le daba las gracias por haberse hecho cargo de ella. Pensaba que no tenía por qué agradecerle, después de todo había sido culpa de él, ¿no? era su deber.

Fue entonces cuandó escuchó un sonido que hizo que levantara una ceja confundido y mirara a su alrededor, y sólo al ver la reacción de Alice aferrándose aún más a él pudo comprenderlo. Se había sonrojado y cerraba fuertemente sus ojos, seguramente muerta de la vergüenza y Arthur no pudo evitar sonreír al verla así y escuchar sus disculpas.

-No tienes porque disculparte... -le dijo, sin soltarla del abrazo y pensando vagamente en la mucha hambre que tenía él también-, ¿te parece si buscamos algo de comer?

Entonces recordó que había echado algo de pan antes de salir, precisamente por si ocurría una situación así y se le antojaba un bocadillo. Lo sacó de la mochila donde también habia cargado la cantimplora, y se lo dio a Alice; no era mucho, pero le serviría para aguantar aunque fuera un rato. Pensó en que podría conseguir un conejo o algo así para que comieran los dos, pero entonces recordó lo escasos que andaban los animales en ese momento, y no supo si sería una buena idea dejar sola a Alice hasta que consiguiera algo. La idea no le agradaba.

-¿O prefieres que vayamos al castillo? -le preguntó. El castillo quedaba algo lejos, pero si se iban ahora seguramente llegarían antes de que oscureciera.

Alice no pudo evitar ruborizarse mas cuando Arthur le dijo que no se preocupara, aun aferrada a él. Hundió su cabeza en su cuello, muerta de vergüenza. Asintió levemente con la cabeza ante su propuesta, pues realmente era tentadora la idea de conseguir algo de comer. Alzo la mirada de nuevo, con una pequeña sonrisa en los labios, entre apenada y divertida. Tomó el pan entre sus manos y apenas y se separo de Arthur para comerlo, permaneciendo a unos escasos centímetros de el.

-Gracias de nuevo, Arthur...-Agradeció por segunda vez, concentrada en dividir el pan a la mitad con sus manos. Una vez que lo logro, sonrió triunfante y le tendió una de las partes al inglés, incitando a tomarla-Here, take it. Tu también tienes hambre, ¿No es así?-Supuso, dándole una mordida al propio pedazo. Al instante comenzó a darle otra y otra mordida, cada vez mas grandes, hasta literalmente devorar su mitad. Aun al terminar seguía con hambre, pero no queria demostrarlo.

Soltó un pequeño suspiro y se apoyó de nuevo contra Arthur, aún cansada. Sentia como el trozo de pan calma a por un instante a su estomago, para que luego este de nuevo comenzara a quejarse, exigiendo mas. Frunció los labios, componiendo un mohín de inconformidad. Desvío la mirada en un intento de disimilar el rubor de sus mejillas, que habia adquirido de nuevo al notar lo exigente que su estomago se mostraba, apenandola.

-¿E-el castillo...?-Comenzó a tartamudear, nerviosa. El pensar en los caballeros y en su naturaleza provocaban que la idea la aterrorizada, pero no queria demostrarlo, puesto que no quería qu Arthur se enterara de que era una espécimen del linaje de los Licántropos. No estaba enterada de que el ya lo sabía. No podía recordar aquella noche.-N-No es necesario...D-digo, no quiero causarles problemas...-Murmuro, aun sin mirarle a los ojos, viendo hacia el suelo, buscando excusas coherentes.¡A-Además! A-aquí hay bastante comida, ¿no es así?-Sabia que mentía, el parque no podia estar mas desierto de lo que estaba. Se mordió el labio inferior e, involuntariamente, se acurruco aun kas contra el mayor, casi indicando que queria permanecer ahí, o al menos, no ir al castillo.

Encogio sus piernas contra ella y no pudo reprimir un gemido de dolor, pues el movimiento habia sido muy brusco y repentino. Por instinto, tomó de inmediato la mano de Arthur, aferrandose a ella.

-N-no es necesario ir al castillo...-Le aseguro, sintiendo como la sangre se acumulaba en sus mejillas al notar que lo habia tomado de la mano.

Se comió el pedazo de pan que Alice le había dado, en parte porque se estaba muriendo de hambre y no se había dado cuenta hasta entonces, y en parte porque sabía que ella no se lo aceptaría de vuelta. Era lo único que tenían, y una vez que se lo hubo acabado se lamentó de no haberlo disfrutado más.

Sintió que ella se volvía a apoyar en él, y aunque con cualquier otra persona se hubiera sentido muy incómodo, extrañamente no era así. Le dio poca importancia y comenzó a pensar en lo que deberían de hacer a continuación. Al parecer por su reacción Alice no quería ir al castillo, y el ya se imaginaba muy bien cuales eran sus motivos y lo equivocada que estaba, pero no quería intentar convencerla y que ella se diera cuenta de que sabía sobre su linaje. Ese asunto no era algo para discutir ahora. Y además tampoco quería obligarla a ir.

-D-de acuerdo, pero no podemos quedarnos aquí -murmuró, al sentir que ella se acurrucaba más contra él- Es peligroso...

Y lo era. Alice estaba herida y podría atraer a quien sabe qué tipo de cosas que habitaban en ese lugar tan desolado. Si encontraban algo de comer todo estaría bien.

De pronto se sobresaltó al escucharla gemir de dolor, seguramente se había lastimado con el movimiento que había hecho. Y casi al mismo tiempo sintió como le tomaba de la mano, gesto que el le devolvió.

-¿E-estás segura? I-It must hurt... -le dijo, sintiendo como de pronto sus mejillas comenzaban a arder, pero tratando de ignorarlo. Entonces suspiró y tomó aire, para luego añadir-: Im sorry... This is all my fault.

Listo. Lo tenía atorado en la garganta desde que todo había comenzado y ahora se sentía mejor. Quería dejarlo claro, porque odiaba ver a Alice en mal estado y que él fuera el culpable por haber sido tan descuidado, ¿a quién se le ocurre andar lanzado flechas a lo tonto? tal vez no era tan buen caballero como le gustaba pensar.

-Te lo compensaré... -dijo, apretando levemente su mano casi sin darse cuenta de que lo hacía.

Se sintió aliviada cuando Arthur no le insistió en ir al castillo, soltando un pequeño suspiro. No podia negarse a que tampoco queria quedarse ahí, y estaba dispuesta a refugiarse en cualquier lugar que no fuera el castillo. Sabia que era peligroso permanecer ahí, y le asustaba la idea de la noche los alcanzara ahí. Muchas criaturas salían por la noche, y eran verdaderamente peligrosas. Y Alice sabia que no se encontraba en las mejores condiciones para siquiera huir.

Apretó aun mas la mano de Arthur al escuchar como este se disculpaba, asegurando que todo habia sido su culpa. No estaba ni en la mas mínimo enojada con el, y no le agaradaba la idea de que se sintiese culpable por un simple accidente, que mas bien fue causado por su torpeza. Alzó la mirada y tomo la otra mano del ingles sin vacilar, de manera firme pero cuidadosa, intentando transmitirle confianza. Se poscisiono frente a el, de manera que la viese directamente a los ojos para que ambas miradas de un potente verde esmeralda se cruzaran, encontrándose mutuamente. Esbozó una calida sonrisa y negó levemente con pa cabeza.

-It's All right-Le aseguró, con un tono de voz seguro y determinado, cargado de ternura. En verdad, no queria que su amigo se sintiese con la responsabilidad de cargar con la culpa de un accidente.-No es tu culpa, Arthur. Yo fui completamente impertinente, mira que torpe fui al ir a meterme a unos pastizales, y al bajar por completo la guardia...No se que habría hecho si ke hubiera atacado otra persona--Le aseguró, mirandole fijamente a los ojos.-N-no es necesario que lo compenses, en serio esta bien. It's okay...-Se sonrojo ligeramente al notar lo atento que estaba siendo Arthur con ella, desviando la mirada hacia un lado para disimularlo.-S-seriously, además, ¿C-como podría aceptarlo despues de que me has vendado la herida e incluso me has dado comida y agua?-Y, convenientemente, su caprichoso estomago se quejó muy poco discretamente de nuevo, logrando que Alice enrojeciera por completo, riendo con nerviosismo. "Traicionero", pensó, lamentandose de tener un estomago tan oportunamente quejumbroso.

Ss dejó caer de nuevo contra Arthur, como un tronco, emitiendo un sonidito de frustración y enfurruño, como el de una niña pequeña. Su rostro estaba rojo como un tomate y su orgullo, mermado. Menuda señorita inglesa con un estomago tan quejumbroso.

-N-no, ignoralo, es un glotón...-Masculló por lo bajo, refiriéndose a su estomago, aferrandose con fuerza a las ropas del mayor. Soltó un pequeño suspiro y ladeó la cabeza, apoyando el mentón en su hombro, esquivando su mirada.-H-hace no mucho vi a un conejo, en los pastizales...-Mas bien era una liebre, pero para ella eran lo mismo.-En cuanto a dónde ir...no estoy segura, m-me pareció haber visto una cueva no muy lejos de aquí, aunque es bastante pequeña y no se si esté habitada...-Justo en ese momento, inesperadamente, a unos cuantos kilómetros de ahí se escuchó un brusco sonido, cómo el de ramas rompiendose, antes de que una bandada de pájaros que parecían haber planeado refugiarse en esa área saliesen volando, despavoridos. El sol ya estaba comenzando a irse. Alice se estremeció y ahogo un chillido, aferrandose aun mas a Arthur. Los vampiros comenzaban a salir, y probablemente estaban hambrientos. -P-pronto comenzaran a venir...-De nuevo hizo una mueca de dolor por haberse movido con tanta brusquedad, pero intento disimularla escondiendo el rostro tras el cuello de Arthur, asustada.

Se sintió muy confundido cuando Alice le tomó ambas manos, quedando frente a frente, y le dijo que no tenía por qué disculparse y que todo había sido culpa de ella, maldita sea, eso no era cierto… pero no quería comenzar una discusión por algo así, al menos ya estaba seguro de que ella no tenía ningún tipo de rencor por él. Así que en vez de seguir preocupándose por eso se dedicó a mirarla a los ojos, que descubrió tenían una extraña capacidad que lo hacía perderse en ellos fácilmente.

No pudo evitar sonreír cuando escuchó el sonido que indicaba que Alice aún tenía hambre, sobre todo al verla tan avergonzada y al sentir como se apoyaba de nuevo contra él, era una actitud que le parecía tan… sacudió la cabeza, ¿en qué estaba pensando? La chica tenía hambre y era su deber ocuparse de eso, porque había sido el principal responsable de todo y tenía que asegurarse de que ella estuviera bien. Por eso puso especial atención a lo que le dijo sobre el conejo en los pastizales, tal vez si corrían con algo de suerte podría encontrarlo, y sobre el asunto de la cueva, estaba seguro de que…

Se interrumpió sus pensamientos al escuchar un sonido similar al de las ramas al romperse y volvió la mirada a los pastizales a tiempo para ver una parvada de pájaros emprender el vuelo. Sintió como Alice se aferraba más a él, escondiendo su rostro tras su cuello, y no pudo sino abrazarla protectoramente y tratando de no lastimarla, viendo directamente hacia el lugar de donde había salido el ruido.

-Q-que vengan, no dejaré que te hagan daño –le murmuró, pensando en que lo que menos quería era encontrarse con un vampiro justo en esos momentos, la simple idea le producía escalofríos. Tenían que salir de ahí ya, de pronto se había convertido en su prioridad. Pero antes una última cosa.

Los pájaros volaban alejándose rápidamente, muy pronto desaparecerían a la vista, pero no perdía nada con intentar…

Sin apartarse a Alice, tomó una de las flechas y el arco, y dio un único tiro. Tanta práctica tenía que servir de algo, y en efecto así fue, había logrado derribar uno de los pájaros, pero que cayó bastantes metros lejos de ellos, y como no traía ningún perro consigo, tendrían que ir por la presa caminando. Tomó todas sus cosas y se las colgó al hombro.

-Ya tenemos cena... -le volvió a murmurar, mientras le acariciaba el cabello en un intento por calmarla al ver que estaba tan asustada. Simplemente odiaba verla así, tan vulnerable. No podía permitirlo, y ya no había nada que les impidiera seguir, tenían que hacerlo.

-Lo siento, pero es necesario –le dijo, tomándola delicadamente de los hombros para que le mirara fijamente y con una leve sonrisa en los labios.

No le dio tiempo de protestar, simplemente con el mayor cuidado que tuvo la cargó en brazos, tratando de no lastimarle la herida. Era la única forma en que se le ocurría que podían llegar hasta la cueva, y pasar por la cena de paso, sin que ella tuviera que esforzarse tanto, y no importaba cuanto tuvieran que caminar.

Sintió sus mejillas arder cuando Arthur le dijo que no dejaría que le hiciesen daño, y al instante supo que cerca de él estaría más que segura. Le encantaba lo caballeroso y noble que era, y simplemente disfrutaba de estar cerca de él siempre. Se sorprendió a sí misma pensando en ésto y, si hubiese podido sonrojarse aún más, lo habría hecho. Se mantuvo abrazada a él, sintiéndose protegida entre sus brazos. Alzó un poco la cabeza al notar que tomaba su arco, y observó con interés cómo los usaba. Se quedó sin palabras al ver cómo cazaba limpiamente a aquél pájaro, sintiendo al instante una increíble admiración.

-¡Fantastic!-Exclamó al instante, volviendo su mirada para encontrarse con la de Arthur, con los ojos brillándole de la emoción. -¡It was incredible, Arthur! Y-You are incredible...-Esbozó una entusiasta sonrisa, sintiendo cómo su estómago comenzaba a protestar con aún más ímpetu. Admiraba al inglés por poder cazar con tanta profesionalidad, no cómo ella, que podía terminar más bien cazada. Él era tan fuerte e inteligente...y de nuevo estaba pensando en éso, por lo que se sonrojó ligeramente. -Ya puedo saborearlo...-Murmuró, desviando la mirada, fingiendo que centraba toda su atención en el pájaro para intentar disimular su sonrojo. Aunque de todas maneras no sirvió mucho, pues la caricia de Arthur provocó que se sonrojara aún más. Cerca de él, se dió cuenta Alice, le resultaba imposible no ruborizarse. Completamente imposible, siendo él alguien tan encantador.

Había mantenido una de sus manos aferrada a las ropas de Arthur, sin darse cuenta siquiera. Escuchó cómo se disculpaba y parpadeó confundida, sin entender por qué, y cuando le dijo que era necesario se confundió aún más. La sonrisa de Arthur provocó que se ruborizara de nuevo, perdiéndose en sus ojos por un momento. Sacudió levemente la cabeza, y estaba a punto de preguntarle por qué cuando sintió que sus pies dejaban de tocar el suelo.

"Oh, a eso se refería" No tuvo tiempo siquiera para protestar, sino que en un abrir y cerrar de ojos incluso ella ya había acomodado los brazos alrededor del cuello de Arthur, aún abrazándolo. Permanecía con el sonrojo en sus mejillas y abrió los ojos en un gesto de leve sorpresa, ligeramente nerviosa y tartamudeante.

-¡A-Arthur! Y-Yo, n-no....e-está b-bien...-Balbuceó, con los ojos fuertemente cerrados y la mirada desviada, apenada de estar tan vulnerable cómo para que el caballero la tomara en brazos. Siguió murmurando cosas incomprensibles y finalmente suspiró, dándose por vencida. Sabía que por más que lo intentara, no la dejaría ir a pie. -B-But, yo cocinaré al pájaro ¿O-Okay?--Condicionó, intentando ser de utilidad en al menos alguna cosa. -A-Además, debes recordar que me prometiste que tú también me dejarías cuidar de tí cuando te hieras...-No sabía ni siquiera por qué lo mencionaba, pero al parecer, lo utilizaba para evitar sentirse tan vulnerable.

Y, entonces, en ése mismo momento recordó algo. Específicamente, al mencionar que ella cocinaría al pájaro. Había recordado que hace un tiempo le había intentado hacer una pregunta a Arthur, pero por cuestiones de tiempo, no había podido hacerlo. Si mal no recordaba, era cuando apenas lo conocía de algunos días.

Alzó la mirada y observó fijamente a Arthur, nerviosa, pero también con curiosidad.

-A-Arthur, ¿Can I make you a question?-Inquirió, desviando la mirada hacia el suelo, con una pequeña sonrisa nerviosa. Se sentía extraña haciendo aquella pregunta, pero se la quería a hacer a él. ¿Por qué? No sabía, pero realmente quería saberlo de él. -M-Mi comida...b-bueno...e-esto...¿Q-Qué te parece mi cocina?

Se sorprendió un poco por el hecho de que Alice hiciera tan poca resistencia, había estado seguro de que batallaría un poco para convencerla de que lo mejor era llevarla así, bueno, eso facilitaba mucho las cosas, porque no importaba cuanto hubiera discutido, no la habría dejado irse por su propio pie.

-De acuerdo, tu cocinarás al pájaro –le dijo, sonriéndole y aceptando la única condición que le ponía. Ya casi podía imaginarlo, y no pudo sino apurar un poco el paso. Sin embargo, se confundió un poco al escuchar lo que le dijo después, sobre la promesa que le había hecho— Sé que te prometí eso… Pero ahora es mi turno de cuidarte.

No entendía que tenía eso que ver, pues él no se encontraba herido ni nada. Volteó a verla de reojo, aunque por la posición en que se encontraban no podía hacerlo muy bien que digamos, y se dio cuenta de que la chica estaba levemente sonrojada, y sin estar muy seguro del por qué, darse cuenta de ello le agradó un poco. En eso estaba cuando ella de pronto alzó la mirada hacia él, provocando que se sorprendiera y desviara la mirada hacia el frente, sintiendo como se sonrojaba de golpe, deseando internamente que no se hubiera dado cuenta de que había estado observándola.

Pero al escuchar la pregunta volvió a desviar su mirada hacia Alice, levantando una ceja sin entender muy bien por qué de pronto le decía aquello.

-Tu comida es buena… -dijo, mientras recordaba una ocasión en la que había comido scones preparados por ella. Para él había estado… bueno… delicioso, pero no podía decirle eso, era demasiado difícil. Sacudió la cabeza y suspiró. Volteó la mirada, buscando la de ella, pero no la encontró, pues la tenía dirigida al suelo- ¿Alice? -preguntó en un murmullo, esperando que ella alzara su rostro y pudiera encontrarse con sus ojos, quería verlos antes de añadir-: Me gusta como cocinas.

Al ser llamada, la chica alzó la mirada al instante, curiosa. Sus mejillas continuaban teñidas de un rojo carmesí, después de haber escuchado cómo el inglés afirmaba que su comida era buena, cosa que realmente la aliviaba. Se quedó mirando sus ojos por un largo momento, sintiendo cómo una pequeña sonrisa se esbozaba en sus labios, a la vez que su rubor se intensificaba. Sin embargo, los anteriores sonrojos eran nada comparados con el rubor que apareció en todo su rostro al escuchar las últimas palabras del caballero.

"Me gusta cómo cocinas" Sintió cómo su corazón se aceleraba, sin saber exactamente por qué, a la vez que su rostro enrojecía a tal punto de tomar un color rojo fosforescente que casi podría brillar en la oscuridad, mientras que intentaba regularizar su respiración, sin poder apartar sus ojos de los de Arthur. ¿Por qué se perdía tan fácilmente en ellos? ¿Por qué los momentos con él le resultaban tan agradables e importantes? Sólo sabía que le encantaba cómo era él. Tan caballeroso, siempre aparentando una dura corteza que expresarles a todos, cuando la realidad era que su interior era tan blando y cálido, una persona de lo más encantadora. La primera persona que se había ganado la confianza de Alice, y no por nada.

-E-Eso...E-Eres...la primera persona...en halagar mi comida-Sus labios se movieron casi por inercia, temblorosos al igual que sus manos, que seguían aún en torno al cuello de Arthur, cargados de una repentina emoción que la habia invadido. Sentía un extraño cosquilleo en el estómago, semejante a las mariposas. Era la primera vez que se sentía tan feliz por que alguien hubiese dicho que le gustaba su comida. Nunca antes nadie lo había hecho, y a decir verdad ni siquiera le importaba, o eso aparentaba.Pero cuando Arthur lo había hecho...La había puesto tan feliz. -I-It was...the most beutiful thing that someone said to me...-Murmuró, aferrándose con fuerza a él, esbozando una enorme y radiante sonrisa. Una sonrisa que no recordaba haber esbozado desde hace mucho tiempo, una sonrisa cargada de felicidad y emoción espontáneas. -T-Thank you, Arthur...

Al notar lo emocionada que se había mostrado por algo tan aparentemente insignificante, se mordió el labio inferior y desvió la mirada al instante, avergonzada. Comenzó a balbucear cosas incoherentes acerca de lo que hacía para cocinar, cómo si quisiese explicarle el secreto para darle el sazón a la comida. Finalmente, cerró con fuerza los ojos y hundió el rostro en su pecho, roja cómo un tomate.

-¡A-A mí me gusta cómo combates! D-Digo, c-cuando nos proteges a todos de las criaturas y-y...-No sabía ni siquiera qué estaba diciendo. Se maldijo interiormente por ser tan torpe, y justo en ese momento, poniéndola mucho más feliz que en otros momentos, su estómago volvió a quejarse del hambre. Esta vez, oportunamente, "salvando" a Alice. [color=lightgreen] -E-Esto, ¿P-Podríamos ir por el pájaro pronto? Comienza a oscurecer y...

No pudo evitar soltar un grito al escuchar el gemido-gruñido agonizante de algún animal, que provenía de no muy lejos de dónde anteriormente habían salido volando los pájaros. Ya no quedaban muchos minutos de sol.

-E-Eso...E-Eso...H-ha sonado cómo un oso...-Sollozó, aterrorizada. ¿Qué clase de bestia podía cazar a un oso? Además, ¡El olfato que debía poseer para haberlo encontrado! Después de todo, el lugar lucía más que desierto.

No entendía porque le era tan importante para ella que le hubiera dicho eso, ¿the most beautiful thing? ¿really? él podría haberle dicho otras cosas mucho más bonitas, como por ejemplo lo linda que se veía con esa sonrisa tan radiante que tená ahora en el rostro. Abrió la boca y había estado a punto de decirlo, pero se arrepintió en el último segundo y la volvió a cerrar, a tiempo para escucharla darle las gracias, haciendo que se sonrojara un poco.

De pronto tuvo una reacción que a él le pareció extraña y después de babucear cosas por un momento, mientras él no dejaba de verla con una ceja levantada, terminó hundiendo su rostro en su pecho. No sabía como reaccionar, todo eso le parecía tan raro, y tan adorable.

Rió un poco al escuchar lo último que dijo, sobre que le gustaba cómo combatía.

-¿Really? ¡Al fin alguien que me da algo de mérito! -dijo, pensando en que en realidad nunca había ganado ninguna batalla y siempre terminaba en las peores condiciones. De hecho, a veces se preguntaba como es que seguía todavía vivo... la respuesta era sencilla: una combinación de suerte y ayuda. La única vez que no la había recibido había terminado con un espada encajada en el mismo lugar donde le había dado a Alice con la flecha.

Iba a decirle que ya estaban por llegar al pájaro, de hecho les faltaban un par de pasos, cuando de pronto escuchó aquél sonido tan horrible que lo hizo abrazar aún mas fuerte a Alice, en un intento de protegerla.

-¿U-un oso? T-tal vez... -murmuró, pocas veces había escuchado a un oso hacer ese sonido, así que no podía estar tan seguro- ¡Tranquila, no es nada! Pronto estaremos a salvo, no te preocupes, ¿si?

Le siguió diciendo más cosas por el estilo, aunque no en voz muy alta para evitar atraer algo con el ruido, murmurándole todo en su oído, mientras con la vista se trataba de dar cuenta de si algo extraño se movía entre los pastizales. Finalmente, en lo que le parecieron horas, llegó junto al ave que aún tenía la flecha atravesada y la recogió sin soltar a la chica, agachándose un poco y llevándosela así, sin perder nada de tiempo en quitarle el arma.

-Vamos a esa cueva -le dijo, mientras comenzaba a apurar un poco el paso al darse cuenta de que prácticamente ya no había luz, y todo el campo de llenaba se sombras-, pero necesito que me digas por donde es.

Pensó en que una vez dentro podrían preparar una fogata para cocinar al ave, y seguramente tendrían que pasar la noche en ese lugar, pues volver a salir mientras estaba oscuro sería simplemente suicida.

Se mantuvo con los ojos fuertemente cerrados, aferrada a Arthur e intentando tranquilizarse. Le resultaba verdaderamente mas fácil con la voz de Arthur al oído, pero no dejaba de estar nerviosa. Temía lo que pudiese encontrarlos o atraparlos, y no le gustaba la idea de estar herida en ese momento. Incapaz de moverse por si sola, solo seria una carga para Arthur. Soltó un pesado suspiro, intentando hacer memoria.

-N-no está muy lejos...pero estaba bien cubierta, así que lo difícil va a ser encontrarla...-Murmuró, señalando hacia la derecha, en la dirección por la cual tendrian que ir. Arrugó la nariz al notar el aroma a vampiro que se sentia, que era poco agradable para los licántropos. Además, bien sabia que ese no era su territorio. Si algún otro licántropo experimentado habia adoptado aquel parque como su lugar de caza, estaría en graves problemas si la descubrían ahí. Tenían que encontrar la cueva pronto.-Arthur, colócate bien la capa y cubrete la cabeza con ella. Ayudara a disipar un poco el aroma, por lo menos.-Indicó, pensando que así por lo menos podrían distraer un poco a los vampiros.

Se llevó las manos a la cabeza, soltandose el cabello y dejando que este cayese por sus hombros. Sabia que, siendo una Lobo, de nada serviría hacerlo puesto que los vampiros también podían olería a kilómetros, como ella a ellos. Pero queria que Arthur siguiese creyendo que era humana, aun no quería que supiesen verdadera naturaleza. Con algo de suerte, los vampiros no se acercarían por falta de interés. Pero si creían que ella era depredadora y Arthur una presa, nunca faltaba quienes les encantaba provocar problemas y pelearse por los humanos cazados.

-Supongo que ahora estaremos un poco mejor...-Murmuró, cuando de pronto una punzada de dolor volvió a recordarle algo importante: su herida. La venda no podría cubrir el olor de la sangre por mucho tiempo, y eso hacia de las cosas mas complicadas de lo que estaban. Se aferro a Arthur con fuerza..-A-Arthur, intenta no rasparte con ninguna rama, ni herirte. La mas mínima gota de sangre...-Se mantuvo abrazada a el con fuerza, realmente preocupada. La sangre de hombre lobo no era tan atractiva y tentadora como la de humano, que era mas vulnerable y fácil de rastrear con el olfato. -No quiero que te pase nada...-Alzo la mirada, buscando su mirada, a aquellos ojos verdes. Al encontrarlos, no pudo evitar sonrojarse ligeramente, y sentirse aun mas preocupada por el. Sin pensarlo dos veces, se acerco y le besó la mejilla.

Se sorprendió a si misma haciendo algo que nunca se habia imaginado que haría tan repentinamente. De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, le estaba depositando un suave y dulce beso en la mejilla a Arthur. Con el rubor adornando su mejillas.

-T-Thank you, Arthur...Thank you very very much--Se aferró de nuevo con todas sus fuerzas a el, en un enorme abrazo. Sentia latir su corazon a mil por segundo, y sus mejillas arder. Arthur siempre habia sido tan caballeroso con ella, y siempre que se peleaban resultaban reconciliandose. En esa ocasión, se exponía al peligro y quedaba incluso vulnerable únicamente para ponerla a salvo. Le queria tanto que no encontraba palabras sufiientes como para expresalo -R-realmente...eres alguien muy importante para mi-

Asintitó después de haber escuchado la explicación, y comenzó a caminar hacia el lugar que Alice le había indicado. Para él sonaba mucho mejor que la cueva estuviera en un lugar difícil de encontrar, no quería pasar la noche donde podían ser fácilmente descubiertos a la vista. Mientras pensaba en eso se cubrió el rostro con la capa.

De pronto Alice hizo algo que Arthur jamás la había visto hacer antes: se soltó el cabello, que normalmente traía agarrado en dos coletas, y este cayó sobre sus hombros. Vagamente le pasó por la mente que se veía muy bien así... se lo diría, pero ahora no era momento para esas cosas. Se suponía que debía de concentrarse en encontrar esa cueva y ponerla a salvo, no en como la brisa movía suavemente su cabello, y en el reflejo que producía gracias a la luz de la luna. Sacudió levemente la cabeza para sacarse esos pensamientos, y dirigió su mirada al frente, como debía ser.

-No te preocupes por mí, no va a pasarme nada -le dijo, después de escuchar su advertencia sobre no hacerse ningún rasguño, eso de la más mínima gota de sangre le sonaba a vampiro. De pronto recordó que Alice era una licántropo, y se preguntó si ella podría olerlos o saber cuando había alguno cerca. No estaba muy seguro, pero no se atrevería a preguntarle, porque se suponía que él no sabía nada sobre el asunto, y no lo mencionaría hasta que ella le contara primero, si es que alguna vez llegaba a hacerlo. De cualquier forma, la simple idea de un vampiro cerca era abrumadora.

Abrió la boca para añadir que era ella la que debía de tener cuidado, cuando la volvió a cerrar al sentir que le daba una sauve beso en la mejilla. Sintió como de pronto sus mejillas comenzaban a arder, y el corazón se le aceleraba.

¿De verdad había hecho eso?

Y al escuchar las palabras que le decía, cayó en cuenta de algo, que le golpeó como un valde agua fría.

-Y-you are really important for me too... -murmuró, sintiendo un extraño nudo en la garganta, como si hubiera más cosas que quisiera decirle pero se quedaran atoradas ahí, incluso no se dio cuenta de que había dejado de caminar. Abrió la boca, quería decirle que era de las personas más importantes para él a pesar de no conocerla de mucho, que la quería tanto como rara vez había querido a alguien y que no tenía nada que agredecer, porque la protegería siempre. Pero no pudo.

En vez de eso le levantó un poco el cabello que le cubría la frente y le depositó un beso lo más suave que pudo, esperando que fuera suficiente para darle a entender todo lo que sentía por ella.

Cuando se incorporó desvió la mirada rápidamente, dándose cuenta de lo que había hecho y comenzando a balbucear cosas sobre donde debía de estar la cueva y cuanto faltaba para llegar. Sentía el corazón aún latiéndole con fuerza, y no se sentía capaz de enfrentar su mirada.

Sin embargo, vio a lo lejos entre unos arbustos lo que parecía una entrada, se preguntó si no sería ahí la cueva. Rogó porque así fuera.

El sonrojo de sus mejillas aumentó de golpe al escuchar cómo Arthur le decía que ella también era importante para él. Su corazón se aceleró aún más y por instinto se apegó aún más a él, queriendo sentir la calidez de su cuerpo y también escuchar su corazón. Por alguna razón el notar que el ritmo de éste también era acelerado le resultó muy agradable, y sus labios se surcaron en una pequeña sonrisa. Notó que cerca de el, le era imposible no sonreir de manera tan espontánea.

Se dió cuenta de que habían dejado de caminar, aunque tardó un poco en hacerlo. Tenía la mirada fijamente puesta en el suelo, sonrojada y perdida en sus pensamientos, pero al darse cuenta de que habían parado parpadeó confundida y alzó la cabeza, en busca de nuevo de la mirada de Arthur. Justo en ese momento, sintió cómo en su frente se depositaba un muy suave y cuidadoso beso. En ése momento su rostro volvió a tomar un intenso color rojo carmesí. Los labios de Arthur eran realmente suaves, y aquel contacto había sido sorprendentemente cuidadoso y con mucho tacto. Con tanto cariño...expresando algo que era imposible con palabras.

Permaneció con la vista hacia el frente, intensamente sonrojada y abobada viendo hacia la nada, con una muy pequeña sonrisa en los labios, mezclada con una expresión de sorpresa y felicidad. No sabía por qué, pero a pesar de que normalmente estaría escandalizada ante algo así...eso había resultado realmente agradable. Además, ella era quién había empezado. Si bien aquel beso en la mejilla fue casi por inercia, lo había hecho. Cuando por fin volvió a la realidad, alzó aún más la cabeza y su sonrisa se amplió aún más al notar los inquietos ojos verdes de Arthur, mientras que éste balbuceaba cosas sobre la cueva. Tan lindo...

Pasó sus manos tras la cabeza de Arthur, y se abrazó a él con todas sus fuerzas, que eran realmente sorprendentes considerando que estaba herida. Sin embargo, trató de no aplastarlo mucho, pues tampoco se trataba de lastimarlo. Pudo escuchar que unos cuantos huesos de su espalda crujían, por lo que suavizó aún más el abrazo, aún sin dejar de sonreir.

-I love you very much, Arthur...-Sentía una extraña sensación en el estómago, era como tener miles de mariposas revoloteando dentro. Sus mejillas seguían fuertemente sonrojadas, y no pudo evitar sorprenderse al notar la fluidez y espontaneidad con la que las palabras habían salido de su boca y susurradas al oído de Arthur. Sintió un nudo en la garganta y cerró con fuerza los ojos, aunque su radiante sonrisa seguía plasmada en su rostro. Lo conocía de tan poco tiempo, pero aún así....le quería tanto.

Duró un buen rato así, incluso cuando notó que entre unos arbustos a lo lejos se encontraba la misma cueva que había visto antes. Sus instintos en ese momento no reaccionaron, pero después de unos cuantos minutos extendió una temblorosa mano hacia el frente, señalando la entrada.

Intentó hablar, pero las palabras no salieron de su boca. Y peor aún, ni siquiera podía dejar de estar abrazada a Arthur. Sus mejillas ardían y su corazón seguía latiendo con todas sus fuerzas, a mil por minuto.

-A-ahí...--Fue lo único que alcanzó a balbucear, en un tono de voz muy bajo. Y ni aún así se separó de Arthur, sino que permaneció en la misma posición. Estaba demasiado agusto cómo para separarse de él.

Era estúpido. Totalmente estúpido, se había quedado parado con Alice herida en sus brazos en medio de un campo que ahora se encontraba casi totalmente a oscuras (si no fuera por el resplandor que producía la luna) y seguramente con alguna criatura extraña asechándolos de cerca. Ni siquiera tenía su espada desenvainada. Nada. En vez de ello tenía un enorme sonrojo en sus mejillas, que ya ni siquiera trataba de ocultarlo porque era algo totalmente inútil, y este se había intensificado al igual que los latidos de su corazón al sentir como ella lo abrazaba con tanta fuerza.

Cuando escuchó su murmullo en su oído sintió una especie de escalofrío que lo recorrió por toda la espalda. Quería decirle que él la amaba también, pero simplemente no podía, ¿por qué era tan difícil para él decir algo tan simple? En su lugar se quedó observando su sonrisa, que se acababa de dar cuenta podía tenerlo hipnotizado por un buen rato.

Sin embargo, ella terminó por señalarle el lugar que él había visto desde antes, y aunque le doliera un poco, comenzó a caminar hacia él. Pronto estarían en un lugar seguro, haría una fogata y pasarían la noche ahí, hasta que pudieran volver al pueblo mañana por la mañana. Sonaba a un buen plan, aunque le importaba poco, lo único que quería era seguir en esa posición con ella, ya ni siquiera sentía hambre.

Atravesó los arbustos, cuidando de no rasguñarla con alguna rama o algo así, y finalmente entró a la cueva. No era muy grande, pero era más que suficiente, la luz de la luna lograba entrar y no estaba tan oscuro como había pensado que lo estaría en un principio. Tampoco había humedad, ni parecía que algún animal viviera ahí, así que era el lugar perfecto para ponerse a salvo.

Recostó a Alice en el piso apoyada contra la pared y se sentó de rodillas quedando de frente a ella, sin querer separarse totalmente todavía. Aún sentía un poco del sonrojo sobre su rostro, pero eso ya no le importaba en absoluto, sentía su respiración un poco agitada mientras observaba sus ojos y no estuvo muy seguro de cuanto tiempo duró en esa posición, hasta que finalmente se acercó y colocó sus labios sobre los de ella, siguiendo una especie de impulso.

No podía creer que lo hubiera hecho, incluso sentía como temblaba un poco, y aunque fue un beso bastante suave y rápido, sentía que le hubiera quitado totalmente el aliento. Pero era una sensación bastante agradable, y no recordaba la última vez que hubiera sentido algo así. Tal vez sería algo de lo que se arrepentería después, todo dependiendo de la reacción de la chica, pero se sorprendió bastante al descubrir que eso no le importaba por el momento, lo único que le importaba era el hecho de que había sido capaz de hacérselo saber.

-I love you too, Alice... -murmuró, pegando su frente con la de ella una vez que se hubo separado, y con una mano aún en una de sus mejillas.

No pudo evitar soltar un pequeño suspiro cuando por fin se dirigieron hacia la cueva, desviando la mirada. Le hubiese gustado permanecer más tiempo en esa posición con Arthur, pero sabía que tenían que ponerse a salvo cuanto antes. Permaneció con los brazos alrededor del cuello de Arthur, pues le gustaba estar cerca de él. Se sentía tan feliz a su lado que no podía dejar de sonreir en ningún momento. El miedo que alguna vez había sentido al estar expuesta en semejante lugar en plena noche había desaparecido, y ahora sentía que absolutamente nada podría hacerle daño. Incluso el hambre se había ido.

Observaba el suelo fijamente, aún con un muy leve rubor en las mejillas, enviando de vez en cuando discretas miradas a Arthur, ligeramente avergonzada. Sentía que en ese momento absolutamente nada podía salir mal, y simplemente se dedicaba a disfrutarlo. Estaba tan feliz que hasta había olvidado el dolor que sentía en su costado a causa de la flecha, y cuando entraron a la cueva volvió a ver al caballero fijamente a los ojos, atenta a cualquiera de sus movimientos.

Cuando Arthur la bajó al suelo no pudo evitar sentir una pequeña punzada de dolor en la herida, pero eso se convirtió en nada, pues estaba demasiado ocupada perdiéndose en los ojos del inglés. Verdes, brillantes...con tantas emociones. Le resultaba imposible no quedarse mirándolos por un largo rato. Agradeció la cercanía que aún mantenían, pues verdaderamente no quería alejarse de él. Cuando Arthur acortó la escasa distancia que había entre ellos, ella no se resistió. Sintió la suavidad de los labios de Arthur, y fue el beso más dulce que ella hubiese pensado que pudiese existir. Pasó sus brazos alrededor de la cabeza del chico, disfrutando de la dulzura y ternura de la cual aquel beso estaba cargado. Nunca antes había sentido nada parecido, y sentía cómo su corazón latía a mil por minuto.

No supo cuanto tiempo permanecieron así, pero cuando se separaron sintió que se había quedado sin aliento. Jadeó y observó fijamente a sus ojos de nuevo, con un suave sonrojo de un tierno carmesí en las mejillas. No tenía palabras, se había quedado sin ellas. Simplemente, en ésa profunda mirada, estaba expresando un mar de sentimientos que nunca antes había expresado a nadie. Tanto amor y afecto de los cuales creyó que nunca podría expresarle a nadie.

Lo amaba. Y lo amaba mucho, sin importarle siquiera el hecho de que él era un caballero. Era la persona en la cual mas había confiado toda su vida, y siempre lo sería.

Sintió cosquillas en las mejillas cuando Arthur apoyó su frente contra la suya, y al sentir el tacto de una de sus manos. Cerró los ojos, llevando su mano a la de él, aferrándola con mucha fuerza, cómo si quisiese evitar que en cualquier momento se alejara. Sonrió ligeramente y, con mucha suavidad, volvió a unir sus labios con los de él por unos muy cortos segundos, permaneciendo en la misma posición aún. Luego abrió los ojos.

-Please, never leave me-Suplicó, casi instintivamente. Prácticamente estaba expresándole su más profundo miedo, su verdad. A pesar de que siempre actuaba tan fría y a veces cínica con la gente, en realidad era por que tenía miedo de llegar a tener alguien cercano que pudiese traicionarla o dejarla alguna vez. Y Arthur, cómo en muchas otras cosas, era al primero a quién se lo confesaba.

Era extraño. Había muchos adjetivos para describir todo el revoltijo de sentimiento que saban vueltas en su interior, pero pensó que ese sería el que describía mejor esa sensación: extraño. Se separó de ella después de un breve momento de unir sus labios con los suyos. No era la primera vez que besaba a alguien, pero fue totalmente diferente, como si algo en algún lugar hubiera hecho click. Perfecto.

¿Era eso amor? Debía de serlo, no podría ser otra cosa. Que importaba que ella fuera una licántropo y él se suponiera que debiera de odiarla y todas esas cosas que le habían enseñado y en las que había creído tan ciegamente. De pronto le pareció que todo lo demás era pequeño, sin importancia. Lo único que parecía importar era que ella, Alice, estaba ahí, frente a él. Lo único que importaban eran los dos, y le dio la sensación de que todo estaría bien siempre que permanecieran de esa manera.

Escuchó lo que le dijo y la miró directo a los ojos. Quería que lo que siguiera quedara claro.

-Jamás podría dejarte, Alice -murmuró, apenas audible para los dos. Sintió como le ardían las mejillas, pero lo ignoró. Por primera vez diría algo en serio- Nunca. ¿Entendido?

Fue entonces cuando la acercó hacia él y con mucho cuidado de no lastimarle la herida la abrazó. Decir esas cosas nunca sería fácil para él, probablemente no lo volvería a hacer, por eso quería que fuera algo que quedara entendido desde el principio. Le hubiera gustado decirle muchas cosas, entre ellas el que ella no lo fuera a dejar a él tampoco, pero no lo hizo. No encontró las palabras.