Viaje rápido de ida y vuelta [Libre]

No debía avanzar. El bosque le advertía. Si entraba en las ruinas, perdería su conexión. Se marchitaría y seguramente le daría un ataque y no podría salir. Pero le daba igual, tenía que ir a esa biblioteca, a leer esas historias que ningun juglar conocia y el como rey debía conocer, asi se ganaría un gran puesto en el gremio.

Se quito las botas, la camisa-dejando el tatuaje de la dragona que le marcaba como "hijo del Dragón" al aire-cogio con fuerza a Frigg y empezó a caminar. El aire se le volvia pesado mientras paseaba por las calles. Pero aguantaría, era algo rápido, ir y volver, en un pis pas. Cogeria unos pocos libros y volveria al bosque, a recuperarse.

Ahora tenía otro problema, ¿donde estaba la biblioteca? Entro en algunas casa, pero estaban vacias o llenas de cadaveres. Bajo la cabeza e intento usar su olfato para intentar captar el olor de los papiros. Le costo, pero lo consigio. Lo celebro con una risa y corrio hacia alli. Tenia poco tiempo y debia aprovecharlo

El descontrol total de su magia era un completo desastre, a veces pensaba que debía dejar de intentar hacerle de hechicero y mejor... ¡No! ¿Qué estaba diciendo? Por supuesto que no se rendiría, después de todo debía hacer que el sacrificio de sus padres hace muchos años haya valido la pena. Sí, eso era.

—¡Pero qué va, si el maldito hechizo no sale! —tiraba hechizos hacia una piedra en ese lugar apartado del reino, para evitar que esa magia defectuosa rebotara en un lugar donde causara problemas mayores. —Bien, un hechizo leve, debe funcionar. —levitar las cosas, eso debía ser sencillo.

Lanzó el hechizo y logró que la piedra levitara. —Bien, todo bien. —dijo mientras se concentraba. De pronto, escuchó pasos que pusieron que estuviera atento a cada minuto, provocando que se desconcentrara y dejara caer la piedra, haciendo un eco en el lugar. —¿Alguien más en las ruinas? —se preguntó bastante extrañado y a la vez alarmado, no quería encontrarse con una situación peligrosa en ese momento.

[OFF: espero no te moleste que te haya respondido... si tenías planeada otra cosa dímelo y borro el post :'3]

Noto un ruido y un olor extraño que no reconocio junto a otro que si reconocio. El de una persona. Se sorprendio gratamente. Una persona podria guiarle e incluso acompañarle asi, si le daba un ataque esa persona podria ayudarlo a devolverle al bosque--Mathias es que eres un genio+Si,se que lo soy-¿Le contaras esta hazaña a tus hijos?+¡¡Claro que si!! Deben saber lo inteligente que.....¡Mathias concentrate!-Se golpeo en la cabeza para obligarse a centrarse en la situacion

Sin esconderse se hacerco al chico que tendria unos ¿20 años,tal vez? Se sentia mayor con sus cuarenta años aunque solo aparentara 25.-Hej. ¿Que haces solo en un sitio tan apartado?-Su pecho se movia agitado por la carrera.Llevaba a Frigg al hombro por si el otro se ponia violento...que podia pasar

(Si abro el post libre es para que se meta quien le de la gana. Ademas soy un versatil me adapto a cualquier cosa asi que no te preocupes^^)

A pesar de saber que había alguien más en el lugar, no sentía tanto peligro pero igual era algo como intranquilidad por lo mismo de saberse que había alguien, el suspenso de no poder saber qué hacer. —¿Debería huir quizás? —se dijo muy bajito mientras dejaba de hacer hechizos y buscaba algún sitio para escapar, solamente había una ruta posible de escape. —¡No, no no! —negó con la cabeza tres veces. —¿Qué estoy diciendo? Quizás... debería enfrentarlo, sí, enfrentarlo... ¡no puedo huir para siempre! —fue entonces que en ese momento escuchó una voz estruendosa, era una voz... ¿que no daba miedo? Ni causaba emociones negativas en él... quizás se estaba predisponiendo demasiado.

No había ni meditado lo sucedido cuando el famoso intrigador había aparecido de su poco trabajado escondite, haciéndole retroceder un poco. Abrió los ojos completamente por la pregunta tan... sencilla que le había hecho. —¿Eh? —pestañeó un par de veces. —Que qué hago... ¡ah! Eh, yo... practicaba. —no estaba seguro si tenía que decir que era un hechicero o no aún. —Quizás yo... ¿pudiera preguntarte lo mismo? —no sabía porqué dijo eso a manera de pregunta, pero lo cierto es que lo hizo y ya no había marcha atrás, aunque bueno, quería comprobar que la persona no era violenta.

[OFF: Jeje, pues sí... gracias ^^Uu]

Podia oler lo nervioso que estaba a kilometros y si hubieran estado hubiera jugado con él cambiando el bosque a su antojo....e intentando que lloviera para reirse más de él. Le examino en silencio mientras escuchaba sus balbuceos que conformaban su respuesta. Cuando oyo su pregunta simplemente sonrio aun más.-¿El rey? Solo venia a conseguir unos libros con historias ya extintas.....soy juglar,¿sabes?-se llevo la mano al pecho. Ya empezaban los pinchazos. Eso le quitaba tiempo.

Se acerco algo más al chico mostrando su dentadura perfecta. Ventajas de tener sangre élfica.-Si no quieres estar solo te propongo un plan. ¿Por que no me ayudas a encontar la biblioteca?- En verdd no tenia dinero con que pagarle...Si se conformaba con una historia pues adelante...él era un experto

¿Libros? ¿Biblioteca? ¿En este lugar? Tenía conocimiento de que alguna vez hubo una biblioteca, pero según él YA NO existía, pero según esta persona desconocida, que se autonombró un juglar, existía aún este lugar. —Sería interesante que pudieras encontrarlas. —comentó intentando tranquilizarse un poco más, sonriendo y disimulando el nerviosismo.

Se sorprendió al escuchar el consejo del rubio. —¿Eh? —y obviamente se sorprendió. —¿Quieres que te ayude a buscar? —se preguntó, aún un poco dudoso. —No es que supiera donde está... de hecho, no sé porqué necesitarías mi ayuda, jajaja. —rió un poco nervioso, después de todo quizás lo lleve a caminar en círculos sin llegar a ningún lado.

—Aunque si tienes tiempo podría ayudarte a buscarlo... aunque no tenga remota idea de dónde pudiera estar ese sitio... —admitió, para saber si realmente el otro quería su ayuda.

No podia decirle que lo unico que queria era que si le pasaba algo le llevara de nuevo al bosque. Pero si le comentaba algo empezarian las preguntas incomodas y no le apetecia ahora contar cosas sobre su enfermedad. Sonrio con sus preguntas-La cosa es que tengo poco tiempo...Tengo una actuacion para un conde y tengo que salir de viaje dentro de poco...Asi que, ¿por que no nos ponemos en marcha?-Rio y empezó a caminar por la calle, sin saber muy bien por donde iba, solo guiandose por el olfato.

-No me presente, soy Mathias, ¡el Rey de los juglares!-rio con fuerza aunque se quedo en la mitad de una por otro pinchazo.-¿Y tu eres?-se aparto un poco el pelo para ponerselo detras de su oreja algo puntiaguda, mostrando todos los pendientes, la bolita de dianamte del rey de los elfos emitia brillos sobre el suelo cuando los escasos rayos de sol la atravesaban

Estaba presuroso, entonces no debería estar aquí, de cualquier cosa terminaría ayudándolo aunque no tuviera remota idea de dónde quedara la dichosa biblioteca. —E-Entonces... sí, creo que lo mejor es comenzar a irnos. —después de todo, su práctica de magia ya se había hundido muy profundo y no veía mejora en sus hechizos; mejor era ayudar a alguien que lo necesitaba.

Comenzaba a dirigirse hacia donde estaba el chico rubio, cuando éste se presentó, se le había olvidado aquel pequeño detalle. —Mathias. —repitió el nombre del chico. —Yo me llamo Tino y... —prefirió omitir el hecho de que era un hechicero, total que no la hacía para eso. —Bueno, es todo y. —se fijó en todos sus pendientes. —Todos tus pendientes son muy brillantes. —de una u otra manera quedó fascinado en aquellas piedrillas. Se fijó que unas eran diamantes y... supuso que se trataba de alguien con dinero para poder poseer esas piedras... ¿o será acaso de algún rango especial?

Normalmente haría algun comentario por el nombre del chico, pero por la cuenta que le traia prefirio quedarse callado. No noto el comentario de los pendientes hasta que encontro definitivamente el olor a pergamino viejo-Takk. Cada uno me lo dio un rey diferente, significa que si algo me pasase ellos me protejen.¡Ventajas de ser un juglar famoso!-sonrio y siguio andando.

Su corazon no era capaz de calmarse, seguia latiendo rápidamente, sin darle ni un respiro. Por suerte sabía actuar bien, asi que no se notaba mucho, pero no era él mismo y eso le molestaba. De repente se paró delante de una puerta.¿Es aqui?Preguntó a las voces ahora mudas de su cabeza. Debía guiarse de sus sentidos alguna vez, para eso estaban.

Abrio la puerta con cuidado de no romperla aunque la madera estaba tan podrida que se partio en dos. Tosío debido al polvo y se adentro en aquel habítaculo, bastante pequeño, seguno lo que se veia por fuerza. No daba credito a sus ojos cuando vio estanterias tan altas que no se veia su final-¡La encontramos Tino. La en...!-cayó de rodillas al suelo y se llevo la mano al corazon. No, todavia no-Le costaba respirar. Cerró los ojos e intento relajarse. Si queria vivir tenía que hacerlo

Caminó en silencio, se quedó sorprendido, ¿así que de distintos reyes? No quería imaginar la cantidad de lugares que ha visitado y el carisma que podía llegar a tener para con los reyes, él sería un manojo de nervios al estar frente a alguno de ellos. —Eso es bastante interesante. —respondió intentando no sonar monótono. —Ha~ Ha de ser divertido el poder viajar y conocer tierras lejanas. —supuso que había recorrido muchos lugares para haber visitado distintos reyes de varios reinos.

Su vida era demasiado corta para poder vivir tantas aventuras... quisiera tener la suerte de Mathias, ¿quizás?

Ahora, tenía que saber cómo guiar al más alto para llegar a la dichosa biblioteca; conocía de alguna leyenda acerca del lugar, pero por lo mismo y su antigüedad, ésta ha permanecido perdida y en el olvido. Pudo divisar un lugar, y al parecer el rubio tampoco había tardado en percatarse, hasta probablemente él se había fijado mucho antes. Se mantuvo en guardia por un momento, el otro chico al parecer le importaba poco o nada lo que sea que fuere lo que pudiera encontrarse ahí.

Supo que era la biblioteca que buscaba, al ver colosales estantes frente a sus ojos, y la voz eufórica del rubio que bien fácilmente él pudo encontrarla solo. Todo pasó rápido cuando vio al otro caer de rodillas. —¡Oye! —se agachó, intentando brindarle auxilio, veía que se apretaba fuertemente el pecho, pensó que estaba enfermo, más por los gestos que hacía. No preguntó si necesitaba ayuda porque era más que obvio.

Con un ligero movimiento de manos intentó apaciguarle y le ofreció posteriormente ayuda para levantarse.

Sonrio para hacerle creer que estaba bien, pero no engañaba a nadie, se le notaba horriblemente enfermo. Aceptó la ayuda y se apoyo en él para calmarse, para recuperarse levemente.-Takk...Tino, hadme un favor...Si muero, llevame al bosque, ¿si?-El dolor era horrible y se daba a si mismo dos o tres minutos antes de que el corazón se parara totalmente.

Se soltó de el pequeño y avanzó dando tumbos hasta la estantería cercana. Debía haber alguno de historias por la baldas bajas, debía haberlo, debía haberlo, debía haberlo...Ahí estaba. Lo cogío temblando y lo ojeo. HIstorias de lugares lejanos, de caballeros, de mágia, no muy largas y fáciles de memorizar. Rápidamente lo guardo en la bolsa que llevaba y se dispuso a salir.

No pudo dar un pasó ya que el dolor era insoportable. Gritó porque no pudo evitarlo, necesitaba desahogarse de alguna forma. Cerró los ojos notando los ultimos dolorosos latidos hasta que ya no noto nada. Su corazón se paró y el cayó al suelo, con un estruendo correspondiente a su hacha. Su rostro reflejaba el sufriento. Esperaba que Tino le llevara al bosque, si no estaría alli hasta el fin de los tiempos, sin despertar.

De pronto se alarmó, sintió una presión impresionante, entró en una especie de crisis por no saber qué hacer. —¿Q-Qué? —empezó. —¿Morir? —su rostro mostraba su demasiada obvia preocupación; a pesar de ser alguien a quien acababa de conocer, no podía creer que éste le dijera que moriría... no podía soportar la idea de ver morir a alguien nuevamente.

Negó con la cabeza y comenzó a evadir esos pensamientos, no debía permitir que aquel juglar carismático muriese. Lo ayudó a moverse un poco, procurando no ser tan brusco, pero aquel se había soltado y avanzado hacia el estante. Tino no sabía qué hacer, se quedó expectante, no era que quisiese dejar las cosas como estaban, pero temía el que si intervenía en algo pudiera enojarse y con eso provocar algo peor.

Se fijó que tomaba libros y los guardaba después de hojearlos. Lo siguió hasta fuera guardando su distancia, también tenía que darle su propio espacio, ¿quién era él para interferir en la vida de un desconocido?

Vaya error, salió y se fijó en lo que parecía ser la última escena de aquel carismático juglar que recién acabara de conocer. Se alarmó el doble y esta vez corrió en su auxilio, aunque quizás era demasiado tarde. Al llegar a su lado se agachó para verificar si ese había sido acaso su final.

Lamentablemente sí.

Guardó silencio y se enfrentó de nuevo a la situación de muerte, una situación en la cual no había podido hacer nada para evitarlo. Lo único que podía hacer era obedecer a sus últimos deseos. —Después de todo no creo que nadie sepa qué hubiera deseado. —decidió sentirse importante y reuniendo fuerzas cargó con el cuerpo inerte para emprender su camino. Avanzadas las horas, usaría algo de magia para agilizar el camino, no quería exponerlos a algún accidente por su ineptitud.

Spoiler:

El avanzar por aquel acalorado lugar de por sí era cansado, ahora con un cuerpo a cuestas lo era peor. Para su suerte había perdido peso tras su muerte, no era que eso le alegrase, pero aún le faltaba un buen camino por delante. —Santos cielos... —decía mientras llevaba más a rastras el cadáver de aquel juglar que hacía rato había conocido y había visto morir.

Se detuvo y lo dejó recostado en el suelo recuperando el aliento y fuerzas además; podía reunir fuerza necesaria para cargar el triple de su peso, pero eso era obviamente por tiempo limitado. —¿Cómo fue que fui a parar en esta situación? —decía mientras yacía agachado recargándose de sus rodillas, respirando de manera agitada.

—Creo que ya va siendo hora que agilice esto con un poco de magia. —no era un truco difícil de hacer, pero para prevenir había avanzado cierta distancia para evitar algún percance en su trayecto. Se recuperó y paró frente al cadáver, extendiendo sus brazos y procurando que sus manos quedaran elevadas sobre el rubio inerte. Pronunció unas cuantas palabras y de pronto un vórtice de luz se abrió. Visualizó su destino final y de un segundo se agachó y de un empujón sentó al cadáver, sujetándolo fuertemente lo llevó en dirección a la luz y tanto él como el cadáver recorrieron en milésimas de segundos una trayectoria que a pie les llevaría otras horas más.

Spoiler:

El danes parpadeo varias veces ¿Qué hacía en...el sitio donde estuviera ahora? Parpadeo algunas veces más y consiguio adivinar que estaba en su casa, en su habitacion. ¿Como había llegado alli? Se llevo una mano a la frente y se revolvio un poco el pelo.-¡Mathias!-Giro lentamente la cabeza para ver a su padre, que estaba pálido, sentado en una silla cercana a la cama.

-Hej...Far-cerró los ojos. Estaba agotado, como si hubiera estado corriendo durante horas. Su cuerpo casi no le reaccionaba. Se sorprendio de notar un olor salado. Abrio los ojos y vio a su padre llorando, cosa que nunca había imaginado de ese hechicero. Le sonrio levemente pero parecia no contentarle. Empezó a pensar. Él estaba en el bosque, con su madre, le estaba contando...Le daba miedo incluso el recordarlo. ¿Como podría cargar el con esa...cosa que le contó el dragón a su antepasado? Era demasiado horrible.

-Far...¿Donde esta Mor?-su padre, que se había calmado un poco habia vuelto a llorar.-Ella....Ella se ha suicidado

Pequeñas lagrimas salian del ahora cadaver. Los latidos de su corazón eran casi inexistentes, pero empezaba a recuperar su actividad, pero todavia no era suficiente para sacarle de su mente, para que todo el cuerpo reaccionase. Las voces de la naturaleza, del bosque le buscaban, le hablaban, pidiendo que volvieran, que ya estaba bien, que estaba en casa, a salvo.

Después de un tiempo inexistente, en un centellear aparecieron en el bosque, ubicación desconocida, pero los árboles frondosos indicaban que habían llegado al destino deseado. Suspiró aliviado, no pensaba que el hechizo funcionaría a la perfección, era un logro que debía atribuirse y en un futuro pensar por poner en práctica hechizos más complejos.

—Ya hemos llegado... —soltó, como avisándole al cadáver y que éste pudiera escucharle. Estaba sonriendo satisfecho, se alegraba de poder haber cumplido el último deseo de aquel carismático juglar del cual nunca olvidaría su rostro. Hablando de rostro decidió girar para verle al rostro. Se sorprendió al ver que unas lágrimas brotaban de sus ojos. —¿Qué? —y se sorprendió aún más cuando empezó a detectar ritmo cardíaco proveniente del cadáver. —¿Qué sucede? —decidió recostarlo en el suelo después de encontrar un lugar cómodo para hacerlo. Un lugar lleno de verde y largo pasto en el cual podría asimilarse a la comodidad de un colchón relleno de paja. —Creo que esto será suficiente. —dijo mientras lo jalaba suavemente después de improvisar una almohadilla con largas hojas arrancadas.

Sintio una ligera punzada en su brazo izquierda, pero solo fue algo leve. Las lágrimas habían parado de brotar de sus ojos y empezaba a respirar lentamente. Ya era algo, eso significaba que se recuperaba. En cuanto su ritmo cardiaco y su respiracion se normalizaran volvería a ser el mismo.

No supo cuanto tiempo estuvo quieto hasta que empezó a mover levemente los dedos de su mano, buscando algo a lo que aferrarse. Y lo encontro. Pronto su mano se cerró sobre el mango de su hacha, Frigg. Sus labios se curvaron levemente, suerte que su padre la hechizo para que apareciera siempre a su lado, aunque la dejara abandonada donde da la vuelta el aire.

Antes de abrir los ojos sus rostro se mostro sereno, y su cuerpo se relajo completamente. Él no controlaba esto, pero recordaba levemente que esto fue asi la otra vez. Sus labios se movian intentando pronunciar algo, pero no lo hizo. Fruncio levemente el entrecejo antes de abrir los ojos. Su sonrisa se amplio al ver que se encontraba.

-T-Tino....Takk...-Pronuncio con voz débil antes de volver a cerrar los ojos. Ni si quiera se giro a verlo, sabía que estaba alli y punto. Si no, no estaría en su amado bosque y no volveria a respirar de nuevo. Odiaba su enfermedad, la odiaba de veras.

Se mantuvo expectante por todo ese rato, mirando con atención cualquier movimiento, reacción, palabra, lo que sea que pudiera provenir del que se suponía en ese momento debería ser un cadáver. Se agachó a su lado y miraba de vez en vez sus ojos, sus manos, sus pies y su pecho, en cualquier momento esperaba que manifestaran alguna señal de vida, que estaba seguro aparecería.

—¿Qué sucede? —estaba completamente seguro de que había sentido latir débilmente el corazón ajeno, estaba completamente seguro. Se sorprendió al confirmar su teoría al ver sus labios moverse, como si quisiera pronunciar algo pero por las obvias condiciones en las que se encontraba era bastante difícil.

Se levantó un poco por lo que sea que pudiera ocurrir, pero sus ojos se abrieron por completo al escucharle pronunciar su nombre seguido de una palabra de origen germánico, quizás danés. Era sorprendente, era como si hubiera vuelto a la vida... ¡porque eso era lo que estaba ocurriendo! No podía creerlo, era mágico, al menos su magia no podía con aquello.

Suspiró aliviado, eso comprobaba que no estaba muerto, se encontraba en una situación extraña que no podría explicar ahora, pero lo que importaba era que aquel chico se encontraba bien. Sonrió levemente, como demostrando el estar feliz por él, aliviado de verlo que se encuentre bien.

Estuvo un buen rato tumbado, recobrando las fuerzas, hasta que se decidio a abrir de una vez los ojos. TRas pensarselo mucho se incorporo, quedando sentado en la hierba, pero como se mareaba levemente busco un tronco cercano y alli apoyo la espalda.

Se sentía débil, muy débil. Se llevó una mano al estomago-Tengo hambre...-susurro débilmente. Sonrio levemente. Sabía que el bosque le habia oido ya que pronto aparecio una fruta rodando hacia él, algo parecido a un melocotón. Lo cogio con cuidado y tras observar que no estuviera picoteado empezó a comer.

Sabía que Tino quería una explicación, pero primero debia comer. Comia despacio, apurando todo del carnoso fruto, hasta que en sus manos solo quedo el hueso. Hizo un pequeño agujero en el suelo y tras recitar algunas oraciones en elfico que Arx le había enseñado enterro el hueso, para que creciera otro árbol.

-Debo darte de nuevo las gracias....-le sonrio como antes de "desvanecerse". Estaría bien, solo tenia que recuperarse. -Tendre que explicarte todo esto....mi enfermedad...-suspiro, su enfermedad era un tema demasiado delicado, incluso para el.

Se mantuvo estático, pero no podía evitar sentir curiosidad al ver todo lo que sucedía frente a sus ojos. Aquel cadáver de hacía rato ahora se movía, respiraba y sentía hambre. Quería apurarse a darle algo de comer pero pareciera que la propia naturaleza había estado a su favor porque apareció una frutilla a su lado.

De nuevo, en silencio, observó con cuidado sus actos, comenzó a dudar si tan siquiera eso no era un truco... no, quizás él no podrá sentir el aura mágica pero podía percatarse de buenas o malas intenciones (aunque no siempre le acertaba), podía sentir confianza esta vez.

Arqueó las cejas sorprendido al escucharle decir eso; realmente si no quería decirle nada no tenía porqué hacerlo pero... —No hay apure. —se apresuró a responder para mostrarle lo contrario a sus deseos, aunque Tino tenía muchas ganas de saber de qué se trataba. —Pero... —y lo demostraría. —¿En... fermedad? —finalmente expresó.

Asintio pesadamente. Estaba enfermo de una enfermedad de la que nadie sabia nada y que tal vez sufriera solo los juglares de su famila, ya que su madre estaba tambien enferma. Su padre se lo comento cuando desperto.-Tal vez soy la unica persona que sufra esta enfermedad. Cuando me siento agobiado mi cuerpo se "apaga"Cuando lo expliacaba no le gustaba decir que estaba muerto-Cuando mi propio cuerpo nota que todo esta bien para mi despierto

Sonrio tristemente-¡No quiero que sienta pena por mi por esto! He aprendido a convivir con esto tranquilamente-sonrio algo mas alegre. Estiro los brazos por encima de la cabeza y se levanto del suelo.

-Bueno Tino cuentale algo al rey. Aunque adoro ser el centro de atencion no quiero que sea por esto-le sonrio para demostrarle que en verdad estaba mucho mejor.

Sin quererlo y a la vez sí, escuchó atentamente. Lo que le era relatado era sorprendente, era una extraña enfermedad, tan pero tan extraña que nunca había oído hablar de ella. No le quitaba lo sorprendido que estaba... era algo como "Morir y revivir" simplemente era impensable, y una situación demasiado peligrosa si se ponía a pensar en ello detenimademente.

—Así que se apaga, eso era todo. —notó cierta incomodidad por parte del rubio de cabellos alborotados, era más que obvio que no le gustaba hablar de eso, y era comprensible, puesto que a él tampoco le gustaría estar contando esa situación tan delicada ni mucho menos a un extraño como lo era él en ese momento.

Lo miró sonreír, al parecer se había "recuperado" parcialmente, le alegraba el verlo aparentemente un poco más animado.

Levantó la mirada, siguiendo al más alto al ver que éste se había levantado, pensando en imitar su acción. Se sorprendió ante tal petición y pues, quizás lo mejor era complacerlo de una u otra manera. —¿Contar algo? —le encantaba hablar pero esa vez su mente estaba en blanco total.

Lo más normal que se le ocurría era profundizar el tema de su enfermedad pero sabía que era un tema un poco insensible siendo él quien preguntara acerca de ello; prefirió decir otra cosa. —... ¿En las ruinas encontraste lo que buscabas? —después de tanta faramalla era normal que pensara si el objetivo de éste se había cumplido o no.

Una pequeña o se formo en sus labios pero no llego a pronunciarla. Despues busco su zurron y saco el libro que habia recogido. Si, era lo que queria y tenia lo que habia deseado desde pequeño. El final de su historia favorita, la que pedia a su madre que le repitiera hasta la saciedad, fue con la que debuto, pero dejaba un final abierto que no le gustaba mucho, bueno, ahora era tiempo de remediarlo.

-Si, era lo que queria...-susurro y empezó a estudiar. Más bien leia la historia e intentaba memorizarlo, cosa que no le era muy dificil, tenia una memoria maravillosa en lo que a cuentos se referia la verdad, aunque para otras cosas era un autentico zote. Estuvo varios minutos en silencio, las paginas pasaban raudas sobre sus manos, mientras memorizaba sin parar y ademas se sorprendia con el final de la historia.-Hermosa....-comento cuando termino. Levanto la vista del libro y se sorprendio al ver al albino. Recordo rapidamente, si, ya sabia quien era.

-¿Que tal si para compensarte, te cuento una historia?Despues de todo, es mi trabajo-le guiño un ojo divertido. Si, volvia a ser él. Guardo el libro y se quito el zurron. Le daba igual que le dijera que no, el iba a contar la historia, aunque fuera para practicar.

Al escuchar que había conseguido lo que quería, sintió un alivio tremendo en su interior, el haber pasado todo lo que habían pasado y que al final no hubiera sido lo que buscaba... eso sí que era malísima suerte, pero afortunadamente se podría decir que valió la pena todo lo sufrido.

Se quedó callado en esos momentos. Eran de esos momentos en los que debía cuidar palabras para no decir cosas fuera de lugar, como si se encontrara en una situación bastante delicada, pero bueno, las palabras solas saldrían cuando todo se normalice... o cuando ya tenga que irse por su lado.

—¿Una historia? —pestañeó varias veces algo confundido, más que nada por el extraño entusiasmo que logró percibir en el rubio, era como si nada de lo anterior hubiera ocurrido. Sonrió levemente, si eso era para bien ¿por qué no? —Sería interesante escuchar una. —aceptó su propuesta.

Aplaudio cuando dijo que le apetecia. Como era costumbre saco su sombrero de pedir dinero. Lo necesitaba para comprarle regalos a Ingrid y aun más importante, poder comprar una casa donde poder vivir los dos y tal vez dentro de un tiempo, su hijo. Se sonrojo ya estaba divagando en exceso. Se abofeteo suavemente y se obligo a centrarse y a pensar una historia para contarle a Tino.

Cuando penso que la tenia se aclaro la garganta y empezo con el cuento-Era se una vez un manojo de fósforos, que estaban muy orgullosos de su origen distinguido. Procedían de un enorme pino, del cual era cada uno una pequeña astilla. Este viejo y enorme árbol estuvo situado en el centro de ubosque hasta que lo cortaron. Y ahora los fósforos se hallaban entre la yesca para encender y una vieja olla de hierro.

"Nosotros eramos muy felices en el árbol hasta que vino el leñador y fue cortado. El tronco fue convertido en el palo mayor de un precioso buque. Las demas ramas fueron destinadas a didtintos usos . En cuanto a nosotras, las astillas, se nos dio el cargo más humilde, el de encender el fuego a la gente. De este modo, nosotras que venimos del bosque, hemos acabado en una cocina-tomo algo de aire mientras intentaba recordar que venia despues o que podia hacer para animarlo un poco.