Descanzando (libre)

Chasqueó la lengua. Odiaba en demensia cuando sus clientes no pagaban en la fecha acordada ¿Por qué carajos no podían ser puntuales como él? Además con este cliente había sido más que paciente y vaya que con él no suele haber una segunda oportunidad, todo el mundo lo sabía perfectamente. Así que el cliente se arriesgaba a perder más que un par de monedas si no pagaba en el plazo indicado.

Tomó asiento frente al río, descanzando su espalda contra un gran roble. Era aquí y en el lago, además de su casa, los únicos lugares en donde se sentía tranquilo. Pero no traía ganas de caminar hasta el lago y mucho menos hasta su casa, así que caminó hasta el río, que estaba más cerca de la casa de su cliente.

El silencio y el ruido del agua fue lo único que reinó por un rato. Vash amaba ese ruido. Buscó entre sus ropas una navaja que procuraba siempre trae con el. Alargó su mano para tomar la que le pareció la rama más fuerte y se puso a tallar ¿Qué haría? Sólo Dios sabe. Y con esa tranquilidad se puso a esperar...Aunque no estaba muy seguro de que estaba esperando.

Había decidido que ya no dejaría pasar tantos días sin tomar una gota de sangre así que daba vueltas por la ciudad, pero al verse tan poblada terminó por alejarse, buscando otro tipo de personas. Distraído, terminó caminando junto al río, siguiendo el olor de alguien que parecía joven, que no olía a sudor, fuerte y horrible sudor de los viejos ebrios suicidas que acostumbraba. Lo encontró tallando un pedazo de madera que acababa de cortar del árbol que todavía seguía moviéndose, de arriba abajo, lentamente disminuía el movimiento. Todo el lugar daba una sensación de paz, por lo que no entendía por qué estaba tan enojado. Lo observó con curiosidad, olvidando por completo la idea principal que había tenido al salir en aquella caza revestida de caminata.
Terminó por acercarse tal vez demasiado y sin darse cuenta le estaba hablando.
- Buenas tardes –soltó junto con una amable sonrisa en el rostro, hasta darse cuenta de lo que había hecho, no se mostró nervioso, y cuando lo hizo, se aguantó los temblores en sus piernas impecablemente pero no en sus manos. Las juntó detrás, las apretó y retorció para calmarse un poco.
- Lo-lo siento -sonrió avergonzado pero no se movió, aún así quería hablarle.