Buscando un maestro

De acuerdo a los rumores que había escuchado en el pueblo, ese era el lugar más apropiado para encontrar a otro hechicero.
-Espero que sea verdad-suspiró desganada mientras se sentaba en una piedra-Odiaria haber venido aquí en vano...
De verdad esperaba encontrar a alguien que pudiera ayudarla. No importaba que tan duro fuese el entramiento, estaba dispuesta a todo con tal de controlar sus poderes de una vez. Ya estaba harta de ser un dezastre andante. Fue por eso que dejó su isla, su hogar, su familia. "Tiene mucho potencial, pero le falta práctica y control". Ya estaba más que acostumbrada a esas palabras. Prácticamente cada hechicero, bruja, cada criatura de su isla con la que había entrado le decía lo mismo y terminaban por rechazarla como alumna. Tampoco ellos sabían como ayudarle a controlar sus poderes, pero tenía confianza que alguien de fuera pudiera ayudarla.
-...-Tras esperar un poco más, comenzó a impacientarse.
-Me pregunto si no debería hacer algún tipo de señal o ponerme un letrero...

Mientras esperaba, pensó que lo mejor sería practicar un poco, en caso de que su futuro maestro decidiera probarle una prueba, quería mostrarle que tenía lo necesario y que sería una alumna comprometida y disciplinada.
-Que haré que haré...-canturreó-Si estuviera en el mar podría crear olas...-recuerda como casi inundó su villa la última vez que lo intentó-Mejor no...-suspira- ¡Ya sé! Intentaré mover ese tronco-
Se levanta y centra su atención en un viejo tronco hueco y seco y cerró los ojos a la vez que extendía los brazos-¡jusqu'à!-grita decidida y el troco comienza a levantarse-¡jusqu'à!-repite entusiasmada porque al fin algo le está saliendo bien, sin embargo, tras unos pocos metros, el tronco se prende fuego-¡Waaaah! -chilla horrorizada-¿Quehagoquehagoquehago?-temiendo que pudiera ocasionar un incendio, exclama de pronto-¡Pluie, pluie!
Unas nubes negras comenzaron a llenar el cielo y se escuchó un trueno, para inmediántamente después empezar a llover. El incendio se apagó y las nubes se esfumron...excepto por una pequeña que seguía soltando gotitas de agua sobre ella.
-Otra vez no...-se lamentó lloriqueando, pero su depresió no duró mucho, puesto que percibió una presencia familiar muy cerca- ¡Si eres un hechicero muéstrate, que no muerdo!-gritó, todavía con la nube lloviendo sobre su cabeza-¡Y si eres un elfo, somos familia lejana!


((jusqu'à-arriba y pluie-lluvia en francés, según unas estadísticas vi, es el segundo idioma más hablado en Seychelles, el primero es el inglés pero me gusta más como se oye el francés XD))

Spoiler:

Contempló al hechicero frente a ella con los ojos y la boca bien abiertos. Una fran fuerza provenía de aquel desconocido y retrocedió sin darse cuenta. Sin embargo, al mismo tiempo pudo percibir un cierto algo muy conocido en su aura que la hizo sonreír. Había estado en contacto con esa presencia desde el día en que nació. Le sonrió ampliamente y luego hizo una graciosa reverencia, todavía con la nubecita lloviendo sobre su cabeza.
-Saludos, hermano...o debería decirte tío por la diferencia de edades, en fin-rió entusiasmada-Pues si, también soy una hechicera y como podrás darte cuenta, tengo...ciertos problemitas-señaló la nube y luego asintió cuando él le ofreció su ayuda- Nada me haría más feliz que recibir ayuda de alguien de mi familia-extendió una mano para bajarle la capucha, sonriendo al comprobar lo que ya presentía de antemano-Tu y yo somoss iguales, o bueno, parte de mí lo és.

Ladeó la cabeza cuando la llamó. No sentía que se estuviera entrometiendo, al contrario, le agradaba hablar sobre su origen único, no era algo de lo que se avergonzara. Se sorprendió cuando hizo desaparecer la nube tan fácilmente. Ella nunca había podido hacerlo y siempre tenía que esperar cerca de una hora para que se desvaneciera. Definitivamente, esa persona tenía que ser su maestro.
-Mi abuela por parte de mi padre es una elfa de la luz que se casó con un hombre lobo-comenzó a explicar-Tengo algo de sangre de elfo por parte de mi padre, por eso tu esencia me hace sentir...pues, cómo si estuviera en casa-soltó una risita, apenada por admitir eso- Aunque la tuya es diferente a la de los elfos que conosco.

-¿Enemigos...?-ladeó la cabeza, meditando con cuidado sus palabras. Recordaba que su abuela le contaba historias sobre otros elfos, leyendas más bien. O eso pensaba al menos, puesto que nunca había visto a uno en su isla-Eres un...¿elfo obscuro?-retrocedió un paso sin darse cuenta, más que nada por la sorpresa que por otra cosa.
Su abuela siempre le había advertido que se mantuviera alejada de ellos. Su padre, al contrario, siempre había manifestado lo interesante que sería conocer a uno. No por nada las mezclas de razas eran alentadas en su hogar y ella estaba acostumbrada a tratar con diferentes tipos de criaturas.
Finalmente, la curiosidad pudo más, y que no percibía nada dañino en su aura. Se convenció de que él en verdad debería de ser su maestro. Ya tenía algo nuevo que escribirle a su familia en su siguiente carta. Su padre de seguro se emocionaria...e intentaría mantenerlo como un secreto de su abuela.
-Vengo de una isla, muy lejos de aquí-respondió a su pregunta-Si vas a ser mi maestro, ¿podrías decirme tu nombre?

-Aaaw, ¿por que no?-se sintio sumamente decepcionada cuando el otro le dijo que no estaba seguro de ser su maestro. Desde que supo tenía sangre de elfo al igual que ella, sin importar que fuera uno obscuro, se convenció que nadie más sería tan apropiado para el puesto como él. Le lanzó una mirada curiosa cuando le dijo su nombre y no pudo evitar compararse con él. A simple vista, Kiku parecía más elfo que ella debido a sus orejas. De hecho, ella bien podría pasar por una humana común y corriente. No tenía orejas de elfo o de hombre lobo, ni alas de algún tipo u otra característica notoria y no pudo evitar preguntarse si Kiku tendría alguna otra característica distintiva.
-¡Ah, claro!-exclamó cuando su futuro maestro le preguntó su nombre-Me llamo Veronique Sey Zelley, pero todos en mi familia me dicen Sey-hizo una cortés reverencia- Como los dos somos elfos, es casi como si fueras pariente mío, así que llámame Sey también.

-¿Que no...?-se sintió decepcionada por las palabras de Kiku. Usualmente sus maestros decidían dejarla luego de unas cuantas semanas, nunca tan rápido. Sin embargo, volvió a entusiasmarse cuando le mencionó el requisito para poder ser su alumna-¿Una prueba? ¡Claro que sí, lo que sea!-exclamó alegremente mientras tomaba sus manos-¡Dime que tengo que hacer, prometo esforzarme y hacer que te sientas orgulloso por ser mi maestro!

Escuchó atentamente la explicación y asintió para indicarle que había entendido y estaba de acuerdo.
-Muy bien, si es necesario para que seas mi manestro, lo haré-dijo decidida, aunque por dentro se estuviera muriendo de los nervios. ¿Qué hechizo sería el más apropiado para eso? En ese momento no podía recordar ninguno, tenía la mente en blanco. Pero ya se imaginaba que intentarían ponerla a prueba, así que había evaluado un par de estragias para tal o cual desafío. El problema sería llevarlas a la práctica.
-¿Empezamos?