Desquiciante canto. [ Solo para caballeros ]

En aquel laberinto se había escuchado el grito de una mujer anteriormente, un desgarro de dolor intenso y los aullidos de hambrientos lobos. No era ella ni su manada, por el contrario, la joven americana había salido a luz de luna llena a por la mujer pero sin éxito alguno ya, demasiado tarde… su cuerpo ya estaba desmembrado y su vida se la habían arrebatado; Agacho la cabeza y suspiró.
Luego de haber logrado ahuyentar a impuro haciéndolo correr lejos de la ciudad se quedo en el laberinto que curiosamente tenia una hermosa vista a la luna, tan redonda y radiante. Comienzo a bailar ligeramente, tarareando, escuchando uno que otro aullido y decidiéndose por dejar salir y atrapar algo de su interior.
-Where are you its twilight, where are you tonight? -canto ligeramente, aquella tonada que su madre invento con partitura de piano, la lograba siempre tranquilizar y decidió mirar la luna de frente, volviendo sus ojos mas claros y queriendo dormir sus sentidos para poder escuchar, olfatear y ver como mas humano, sin detectar las cosas cuando ya casi estaba encima.
-Somethin deep inside me, follows you in the night. I cannot explain it, there is no fear in me.-respiró, tomo el tiempo antes de volver a cantar- For I would rather perish than live apart from thee. -seguía dando algunos giros, danzando más confinada y riendo a veces, siguiendo con esa melodía y nublando sus sentidos mientras ahora, danzaba con fluidez y elegancia, mientras el vestido blanco se movía con la brisa sensualmente y su collar parecía flotar junto a su cabello. Los lobos aullaban más, en una situación de pánico ara muchos humanos pero para ella, era el llamado de canto y de caza, algo que le decía que por fin quizás podría ser quien quisiese.. y así seria.
-We know hate is strong, and the world is wrong, and the moon and the sun can't relate; But we carry on, this forbidden song, because love is much stronger than hate... -also los brasos hacia la luna, y volvio a tomar tiempo. - Auuuuuuuwh~ –aulló, como humana mientras levantaba una mano a la luna y al tiempo sentía la presencia de alguien atrás, sin querer mirar.
-What's wrong, whats right, whats true? The further you try to run away, the closer I'm drawn to you... New day, new me~
New Moon. -canto con una suave y afinada voz y luego silenció su voz.
¿Qué pasara? Seguramente los caballeros entraron por los gritos y corrieron por los aullidos, quizás ahora ella quedara como la asesina, no tenían pruebas y lo mas probable es que ni hubieran encontrado el cadáver, estaban muy cerca. ¿Qué aran estos caballeros con aquel cruel asesinato?, ¿La culparan de Algo? O ¿La confundirán con vampiro o hechicero?

[Perdonen si la edite demasiado, pero quese colocar la cancion "New Moon" de ... de celica westbrook creo ~ esque queria descargar otra cancion de musica celta que no recuerdo su nombre pero pille esta cancion y aun no piyo lo que quiero~ espero les guste nwn ]

Desde el comienzo del día, supo que sería intenso. Esa noche tocaba luna llena, y todos los caballeros se preparaban para una amenaza extra, aparte de los vampiros y hechizeros rondando el bosque y el pueblo. Se trataba de aquellos seres grotestos que eran descritos como diabólicos e inhumanos por las personas que juraban haberlos visto, y sobrevivido. Esa era la noche en que salían más fuertes que nunca y era su trabajo evitar que se perdiera alguna vida.

Luna llena.

—Con lo bella que es… —se lamentó mirando hacia el cielo, montado en su querido caballo mientras iba a trote lento entre los árboles. Aun le daba escalofríos ese lugar, pero al fin ya no requería de compañía para no estar paranoico. Después de todo, sabía que había más de los suyos rondando el lugar, y que podría mandar alguna señal por refuerzos…

Además él era un héroe, uno temerario que no dejaba que nada lo asustara.

Un grito desgarrador perforó el silencio de la noche. Su corazón dio un salto al mismo tiempo que su caballo se detuvo producto de eso. Aullidos… rondando el bosque, haciendo que cada cabello de su nuca se erizara con terror. Cuando era pequeño, le contaban las historias de lobos comiendo familias y llevándose a los niños pequeños, leyendas inocentes para obligar a los infantes a portarse bien… Era un pensamiento tonto, pero fue lo primero que pensó su cabeza. Lo segundo fue retomar el paso.

Le temblaban un poco las manos, pero no iba a retroceder por eso. En el fondo, aunque le diera terror oírlo, deseaba otro grito. Sólo para saber que no estaba tarde.

Nunca llegó.

Los aullidos lo llevaron al laberinto, ese lugar que tantas veces le habían advertido no entrar. Se preguntaba quién había sido el idiota que lo había hecho, si tan malo era, y cuál era su función. Una voz en su cabeza le dijo que era una trampa… prefirió ignorarlo, encontrándolo perturbador. Dudó ahora sí de si entrar por su cuenta o esperar a alguien que se acercara por la misma razón que él. Aun así se mantuvo atento, con cada sentido agudizado en caso de algún peligro. El oído más sensible que antes le advirtió de… ¿un canto?

—¿Qué sucede? —murmuró para sí, algo alterado.

Las estrellas le encantaban, la luna era fascinante, pero lo que traía cuando estaba en esa fase … era algo de lo que le gustaría prescindir.

Eran estos los motivos por los que odiaba la luna llena. Era hermosa, eso no podía negarlo, pero el simple hecho de verla iluminando el cielo con esa gran fuerza hacía que le dieran escalofríos. Nunca auguraba nada bueno.

Totraba en su caballo, estaba solo y el ambiente tenso en el que se encontraba lo ponía nervioso, al menor ruido el caballo relinchaba y él sentía que había llegado el momento.

Fue entonces cuando llegó el grito, desgarrando el silencio tan bruscamente que sintió como el aire se le iba de la impresión, al tiempo que el caballo se paraba en sus patas traseras, relinchando y casi provocando que se cayera de espalda.

-¡Tranquilo! -le dijo jalando las riendas y haciendo que el animal volviera a su posición original. Pero lo entendía. Era lo peor que se podía escuchar en una noche como esa, a excepción, claro, de esos horribles aullidos de lobo que ahora perforaban sus oídos.

Y comenzó a seguirlos, dándose cuenta de que se dirigían a un sólo lugar: el laberinto.

"No puede ser..."

Aceleró, desesperándose por llegar al lugar antes de que fuera demasiado tarde. Vio que ya había alguien más frente a la entrada del laberinto, y al pasar junto a él lo reconoció. Alfred. No le dirigió ninguna palabra, sólo una rápida mirada que decía que lo siguiera.

Es que no había tiempo.

Y además estaba ese extraño canto, por un momento dudó, pero decidió que tampoco había tiempo para dudar.

Segundos de silencio... extensos e incómodos segundos donde podía captar la respiración de los otros o otras que se encontraban a una pared de distancia. No sabía que hacer y tenia varias opciones de las cuales muy pocas la dejaban sin huir o simplemente esconderse aunque sabría que fallaría en eso, no le gustaba quedarse quieta ni un solo mísero segundo.
Opto por seguir cantando, si así se atrevían a entrar al laberinto. No sentía miedo de quedar en el centro de este ni nada por el estilo porque de alguna forma saldría de este al final... supongamos. El varadero miedo que tenia ahora era que mas impuros rondaran el bosque, lo cual era muy obvio pero no solo eso... que les dieran caza porque aun siendo impuros y hombres lobos, en el interior eran gente y tenían familia… seria solo una cruel perdida para el pueblo... otra más - Come with me its twilight, run away with me; dance me into midnight, shine your love on me... -. Siguió cantando, simplemente para que los otros o arranquen o vayan a por ella. Tambien provaria el valor de aquellos sujetos, sea quien sea podría decirse que un cierto olor a sudor frió les determinaba el sexo.

Dio unos pasos para que se escuchara, se movió mientras cantaba y esperaba la jugada de sus acompañantes -"Fatal and immortal", fascinating, free. Take me on a Forks flight, high above the trees-. Su canto era suave, tranquilo y parecía hechizante con la voz que podría sacar cuando cantaba afinada, podría relajar a un niño o compararse con una sirena pero ella no lo tomo así, para ella era simplemente cantar como le enseñaron, nada más.

Contempló unos segundo más la entrada al lugar, distinguiendo al instante los sonidos de un caballo acercándose a gran velocidad. Volteó distinguiendo el caballo, y no tuvo que ver siquiera al jinete para ver de quién se trataba. Aun así distinguió la mirada significativa que le dirigió y asintió, entrando tras Arthur al laberinto.

Ahora que tenía apoyo, se sentía más confiado, aun más por ser Arthur… aunque jamás se lo diría, ni en un millón de años.

Avanzaron a paso apurado, y a la primera bifurcación del camino, tomó la delantera escogiendo doblar por el lugar de donde provenía ese canto. Estaba comenzando a distinguir algunas de las palabras pronunciadas, notando que estaban en su idioma natal. La melodía era agradable, la voz también, pero no dejaba de darle un sentimiento negativo. De nuevo dio otra vuelta, y se encontró con un camino cerrado.

—Shit! —masculló frunciendo el ceño, no con deje infantil como solía hacer. Rápidamente hizo virar a su caballo para volver en sus propios pasos y tomar otro camino. Odiaba ese lugar, era engañoso, y más aun, la primera vez que entraba— ¡Arthur! ¿No hay un atajo o algo?

Esuchó como Alfred lo había seguido y entrado al laberinto junto a él, mientras más, mejor. El canto se volvía cada vez más fuerte, y con miedo descubrió que le causaba una sensación agradable escucharlo. Le gustaba, pero eso no podía estar bien.

Alfred tomó la delantera en la primera bifurcación y él lo siguió. Separarse no sería una buena idea. Pronto no encontraron salida y tuvieron que devolverse. A ese paso no llegarían jamás.

-¡Jamás había entrado aquí, maldición!

Siguió hasta encontrar otra bifurcación girando a la derecha, tratando de escuchar el canto para seguirlo y así llegar a su fuente. Después de varios lugares que no llegaban a nada, comenzó finalmente a sentir la voz más cerca.

-¡Al carajo! -gritó, bajando del caballo y sacando su espada, tratando de cortar los enormes setos que dividían el laberinto para poder pasar entre ellos, a pesar de que muy difícil, incluso usando la espada.

Pero estaba seguro que del otro lado encontrarían a quien fuera que cantara.[i]

Seguía cantando tranquila, dedicándole aquella canción a la luna, como así lo había hecho su madre. -we know hate is strong and the world is world is wrong, and the moon and the sun can't relate; But we carry on, this forbidden song, because love is much strong than hate... - y así siguió escuchándose y escuchando a los sujetos; Parecían bien perdidos y ella misma se movía lo mas cerca de ellos haber si podrían los muy bobos dar con ella. Quería divertirse, quería jugar con ellos...

-It's my tragic flaw, to be in your arms, where the force is so strong I can't breath; -dijo mientras escuchaba alguien se bajaba de su caballo y cuando el otro comenzaba a cortar decía lo poco que le quedaba de la estrofa. - I am Artemis, you're my nemesis, you're the one thing my heart can't release. -termino, mirando a la luna con las manos al pecho, justamente apretando la joya que llevaba en el collar. Sin darse vuelta, sabiendo que ahora la podían ver por haber cortado brutalmente los árboles. - y se supone que yo soy la bruta - sonríe al pensar aquello, esperando cualquier cosa.

Le permitió el liderazgo a Arthur, siguiéndolo desesperado por el laberinto. Era frustrante, la voz se escuchaba aun cerca pero seguramente tendrían que dar muchas vueltas antes de dar con la persona…. A quién demonios se le ocurría construir un condenado laberinto…

Miró un poco sorprendido cómo Arthur bajaba del caballo y comenzaba a abrirse paso entre los arbustos con la espada. Y cómo no se le había ocurrido antes… Saltó de su caballo también y se le unió, cortando los setos con fuerza. Cuando hubo logrado algo de lugar, tomó aire y cubriéndose el rostro con los brazos, tomó impulso y cruzó por la abertura, abriéndola más para que de esa manera Arthur entrara con más facilidad.

Cuando se descubrió el rostro, allí lo vio… o mejor dicho, la vio. De espaldas a ellos, una muchacha miraba la luna, murmurando algo sobre brutos que no alcanzó a escuchar. Reconocía su voz, sin duda era ella la que había estado cantando hasta recién. Empuñó su espada mejor con un mal presentimiento.

—¿Quién eres…?

Finalmente logró abrirse paso entre los setos del laberinto con ayuda de Alfred, no había sido tan fácil como había pensado en un principio pero por fin lo habían logrado. Pasó del otro lado lleno de rasguños en el rostro y las manos, producto de las ramas y espinas. Sentía algunas gotas de sangre en su rostro, pero eso era muy poco importante en ese momento.

Fue entonces cuando la vio. Era una muchacha, seguramente la que estaba cantando aquella canción tan hipnotizante. Se encontraba de espaldas a ellos, mirando la luna.

Se acercó temblando un poco, tenía un muy mal presentimiento. Sacó la espada por si las dudas y dio un par de pasos.

-Responde -dijo con su mejor tono autoritario, refiriéndose a la pregunta de Alfred.

Soy Emilly -dijo volteándose, mirándolos con una cara que parecía dolida a propósito, haciéndolos quedar como los 'malos' del libro- Emilly Jones. ¿Porque me apuntan con las armas? Es luna llena y no soy una bestia, si fuera vampiro no hubiera tenido piedad cuando se perdieron al laberinto y no tengo apariencia de mago... ¿A que le temen? -Razono, pues en verdad tenía razón en cierto punto. No había porque temerle en realidad, aparte, muy pocas personas parecía saber que hay licántropos con autocontrol.

- ¿Quienes son ustedes? Perdidos muchachos -dijo sonriendo, dando una leve y dulce carcajada y luego sacando las manos de su collar.

La verdad, no le creía nada. Podría dar todas las razones del mundo, pero él se guiaba por el instinto y en ese momento le gritaba que algo sucedía. No por nada habían escuchado aquel grito proveniente del laberinto. Seguramente no era la muchacha que tenían frente a ellos la que lo había dado en antes y por eso no podía entender qué hacía metida allí. No sería el mejor leyendo la atmosfera, pero tampoco era tan torpe…

—¡Somos caballeros! —respondió enderezándose con más orgullo, para luego volver al punto que le importaba—. Vinimos porque escuchamos un grito ¿qué haces aquí en el laberinto? ¡Es luna llena como ya dijiste!

No sería licántropo, pero no descartaba un vampiro o un hechicero, o quizá simplemente alguien que no estaba bien de la cabeza. Todos los demás ciudadanos estaban ocultos en su casa, excepto quizá algunos pobres desafortunados que seguramente no se pondrían a cantar como si nada.