Cuanto nos ha cambiado el tiempo...[Privado/Heidi]

Jugueteaba con la cruz de plata entre sus manos mientras que rezaba sus oraciones. Un buen caballero debe serle fiel, no solo a su rey sino a nuestro Señor, Dios Padre Todopoderoso. Recitaba las oraciones en latín, era lo poco que Felisa, su primera esposa, le había enseñado en ese idioma. Eran sobretodo oraciones para pedir perdón por sus pecados.

Sonrío irónico. Hacia siglos que no pedia perdón por sus pecados. Mataba para alimentar su "reciente" gusto por beber sangre. Se relamio levemente los labios, buscando algun resquicio de ese delicioso líquido rojo. Tambien debería pedir perdón por no soportar su viuded y casarse de nuevo. Pero ya había recibido su castigo de eso, ya que se volvio a quedar viudo. Y luego estaba el caso de haberse enamorado de su hermano, que era doblemente malo.

De solo pensar en él sus mejillas se coloreaban levemente. Raivis no había cambiado un ápice desde que se separarón. Solo estaba el hecho de que él se convirtio en vampiro y él mismo...él mismo se había vuelto inmortal, gracias a cierto albino.

Suspiro, ahora que vivian vidas casi separadas rememoraba con algo de melancolia aquel tiempo donde no le dejaba en paz. En verdad ahora lo sigue haciendo, pero aquel tiempo fue diferente, porque en aquel tiempo solo lo escuchaba y lo padecia él, era su tormento particular

Estaba acurrucado en unas ruinas, en la esquina más oscura. Se tapaba los oidos con fuerza, como si asi no pudiera oirle, pero era imposible, lo sabia. Sus mejillas estaban mojadas de tanto llorar. Parecía más un niño pequeño que un hombre de 19 años que en realidad llevaba aprentando más de un siglo.-Bueno estúpido, ¿vas a hacer algo más que lamentarte-¿Por qué no queria entender que quería que le dejara en paz?-¡¡Callate, callate!! Callate...por favor...-las lagrimas volvieron a caer mojando su ropa. Estaba harto de él. Antes era mejor, cuando era un crio y pensaba que "Liet" era una invencion de su mente, algo que le ayudaba a olvidarse de los maltratos de aquel vampiro que le crio

Spoiler:

¿Por qué estaba allí? ni ella misma lo sabía. Simplemente había acabado sentada en una banca de la iglesia mientras observaba las esculturas y los cuadros sin llegar a mirarlas realmente. Sería el destino, pensó la suiza. Nunca había creído en ningún dios más que en el dinero, al cuál consideraba el único veraz y real ya que estaba presente en la vida de todo el mundo y era capaz de cambiar el mundo.

Reflexionó mientras acariciaba el cuchillo que tenía oculto en la bota derecha. Estar allí le recordaba mucho a su padre, un hombre muy creyente y religioso, al contrario de ella, una chica que desde que tuvo conciencia fue agnóstica y siempre vio la religión como un montón de patrañas engatusadoras. Qué listos que eran los creadores de la religión, ahora estaban forrados y vivían riéndose de la gente a la que había engañado. "¿Cómo no se me ocurrió eso a mí?" Pensó Heidi.

Estaba tan absorta en sus cavilaciones que no reparó en un muchacho de pelo castaño unas filas más adelantado a ella hasta que éste comenzó a murmurar oraciones en latín. Su figura le era muy familiar, pero necesitaba verle la cara para poder averiguar quién era. Sintió muchísima curiosidad y decidió llamar su atención. Tal vez era un antiguo cliente y podía sacar algo de dinero de él. Esperó atentamente a que terminara sus rezos, y cuando lo hizo, la suiza se levantó de la banca y dijo en una voz clara e imponente.

-Saecula saeculorum.

Siempre iba a esas ruinas cuando se sentía mal por algo para despejar su mente. Se prometió que nunca más volvería a llorar, pero le estaba costando horrores contener las lágrimas. Ya tenía 14 años, no era edad para llorar, pero el hecho de haber participado en una cacería y masacre de vampiros podía con su estabilidad mental. En la campaña había muerto muchos cazarrecompensas y la suiza había acabado llena de sangre. Se la acababa de limpiar a duras penas en un lago cercano, y aún temblando de frío y terror se había acurrucado entre dos grandes piedras para reflexionar.

-Yo.... quiero a mi padre, quiero que alguien me cuide y me quiera.

Una lágrima comenzó a descender por la mejilla de la muchacha, pero en ese momento pudo oír como alguien más se encontraba en las ruinas. Era un joven algo mayor que ella, estaba acurrucado y no paraba de llorar mientras murmuraba cosas. Heidi le miró con curiosidad, pero en ese momento solo quería estar sola y desahogarse sin que nadie le viera, así que se decidió a decirle algo a aquel joven.

-Eh, este es mi lugar para reflexionar, así que no hagas tanto ruido.

El joven alzó la vista hacia Heidi.

Spoiler:

-Amen-contesto sin nisiquiera girarse. Pensaba que estaba solo en la iglesia, lo sabía porque se había colado en ella, forzando la cerradura de la verja exterior. No iba a robar nada, solo necesitaba un sitio donde reflexionar y solo aqui era donde Liet le dejaba en paz ya que, para él, la iglesia era un sinónimo de boda y de compromiso, asi que reuia de ella.

Se coloco de nuevo el crucifijo y se incorporo del banco hasta ponerse de pie. Su capa negra le tapaba toda su ropa, que no era mas que una simple camisa, unas calzas y unas botas. Hoy no le apetecia ponerse elegante asi que simplemente había amarrado su pelo en una coleta, esta vez en la parte alta de la cabeza, al contrario de lo que solia hacer, que era una coleta baja.

Se giró hacia la voz que había hablado y que había interrumpido su silencio y sus oraciones. Sus labios, que esbozaban una sonrisa adoptaron una actitud seria y sus ojos se volvieron algo frios. ¿Que narices hacía él aqui? Reflexiono un poco, no era él, ya que su voz tenía un leve deje agudo, femenino. Su sonrisa volvio a instalarse en su rostro.-Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad?

Oia pasos e intento calmarse, para pasar desapercivido. No quería que nadie le viese llorar, se ganaria una paliza por cobarde.-Es que eres un cobarde, maldicion. Si fuera yo ya te estaria golpeando...-Se tapo con más fuerza los oidos, pero seguia oyendo sus quejas sobre él, su actitud y todo lo que le molestaba sobre la vida.

Iba a levantarse pero era demasiado tarde, ya que, lo que parecía ser una niña, por la voz, le había descubierto. Alzó la vista y la miro un segundo a los ojos antes de volver a bajar la vista-Lo siento señorita, si le molesto, me ire ahora mismo-se incorporo del suelo, mostrandose cual largo era, casi dos metros, metro ochenta y ocho para ser exactos.

Volvio a mirar a la joven y se coloco una mano a la espalda. Cuando la volvio a sacar tenía un ramo de rosas amarillas. Se lo tendío a la joven con una pequeña sonrisa, aunque seguia llorando.-Por si le he causado alguna molestia, señorita

Esa voz.... le era tan familiar. Le traía buenos recuerdos y le producía sensaciones serenas y agradables. Le recordaba al olor del bosque en verano, su aroma favorito. Pero no era capaz de ubicar aquella voz tan melodiosa, además, había una iluminación muy escasa y el rostro del joven no se distinguía del todo bien. La suiza agudizó los ojos y oteó a través de la oscuridad hasta que al fin pudo diferenciar los rasgos de aquel joven. Ese rostro tan amable, pero lleno de sufrimiento, ese pelo marrón descolocado y esos preciosos ojos verdes.... Se dibujó una sonrisa en los finos labios de la suiza.

-Sin duda. Ha pasado demasiado tiempo, diría yo.

La sonrisa de la suiza era radiante y sus palabras amables. Hacía mucho tiempo que no veía al lituano y lo había echado en falta, más de lo que creía. Se colocó tras la oreja un molesto mechón de pelo y apartó la bufanda que llevaba al cuello con la mano para que su rostro pudiera ser más visible. Estaba extasiada y muy sorprendida, Thoris no había cambiado ni un ápice en años.

Salió de la fila de bancas y se situó en el pasillo central que había en la iglesia para poder acercarse a su amigo. El suelo estaba sucio y pegajoso y un fuerte olor a incienso lo inundaba todo. Con pasos firmes y decididos y con los ojos brillantes y una emoción palpable, la suiza se situó frente al lituano, deteniéndose a dos metros del mismo.

-Me alegro mucho de verte, Thoris.

Decidió guardar las distancias y esperar a que el lituano dijera algo. A lo mejor él no se alegraba tanto de verla, y eso le daba algo de miedo.

Heidi se sorprendió muchísimo cuando el joven se levantó del sitio. Era muy alto, mucho más de lo que ella llegaría a ser, e incluso se asustó un poco. Aunque estuviera llorando podía ser un hombre muy fuerte y con malas intenciones, perfectamente podía atacar a Heidi y robarle, violarla o incluso matarla. Pero su rostro era amable, a pesar de estar desgarrado por el dolor y lleno de lágrimas.

El joven le tendió un ramo de flores que había sacado de la nada por medios mágicos mientras sonreía amargamente. Heidi lo aceptó y lo miró con cierta tristeza. Era la primera vez en toda su vida que le hacía un regalo y por eso, se puso muy contenta, pero por otro lado se lo había dado un completo desconocido seguramente para salir del paso. El joven se giró dispuesto a marcharse, pero la muchacha no pudo evitar detenerlo. Le agarró de la manga de la camisa, forzándolo a que se girara, y le miró a los ojos con cierta melancolía.

-No es necesario que te vayas.

Inmediatamente le soltó la manga avergonzada, no podía mostrar su debilidad, pero en el fondo de su corazón estaba pensando: "No te vayas, necesito que te quedes conmigo".

Sonrio feliz, el paso del tiempo la había combertido en una mujer hermosa, si Liet la viera...Si Liet la viera mas le valia correr por su vida si intentaba sobrepasarse con ella. Conocia su temperamento y eso le hacia mujer especial. Si no estuviera tan enamorado de Raivis, le hubiera pedido incluso una cita, e incluso que fuera su pareja, pero no, mejor no.

-Ya tambien me alegro, Heidi-No pudo evitarlo. Rodeo a la rubia con sua brazos y la pego a él, abrazandola con fuerza, para cercionarse que era real, y de que viera que la habia echado de menos.-Te has vuelto toda una mujer-comento y luego la solto, pensando que tal vez estuviera incomoda. Ella no sabía nada de lo que era, y seguramente preguntaria como era posible que siguera igual-y sin barba, una de las cosas que le frustraban, que no le salia barba ni con uno de los mejores hechizos-¿Que has estado haciendo todo este tiempo?-le cogio de la mano y la llevo hasta uno de los bancos y lugo se sentó, seria mejor ponerse comodos para ponerse al dia.

Se sorprendio cuando le cogio de la manga y le pedio que no se fuera. ¿Y ese cambio de actitud? La miro a los ojos, se mostraban algo tristes, como si hubiera sufrido. Eso le preocupo, el era un ser que apreciaba el sufrimiento a distancia y le afectaba bastante, aunque fuera en personas ajenas. El ser maltratado durante su infancia ayudaba a eso.

-Si es lo que desea, señorita-sonrio y se limpio las lagrimas con cuidado. Liet estaba callado, cosa que le alegraba en el fondo, podria estar tranquilo.-¿Por qué no se sienta conmigo y me explica que le pasa, señorita?-la cogio de la mano y la llevo hasta una piedra que podria servir como asiento y se sentó el primero.

Le gustaria escuchar su problema para poder ayudarla y si no podia, para que se sintiera mejor, ya que eso de guardarse los problemas para uno mismo no es bueno, él lo sabía bastante bien.