Las cosas deberían ser más simples (Libre)

Para el momento que había decidido entrar al bar a tomar y que nada lo detendría, se había dado cuenta que para hacer que lo dejaran entrar tendría que buscar primero alguien que le diera sangre, para poder controlar a quién sea que quisiera echarlo otra vez de aquellos mugrosos e ingratos lugares “para mayores de edad”.
Niño. Niño lo habían llamado, con sus cien años, si bien al comienzo lo aceptaba, para aquel punto ya le resultaba un poco irritante, aunque no lo demostrara, aunque sólo sonriera y se disculpara, para luego irse sin darle más rodeos al tema.
Después de acabar con un mendigo de horrible sabor, olor y vestimenta, se dirigió al primer bar que vio cerca y se sentó en la barra, pidió una cerveza y que después le trajeran vodka. El master lo miró con escepticismo, minutos antes de irse a servir la cerveza con la mirada perdida.

-De… Deje la botella… por favor –dicho esto, dio un largo trago a la jarra para luego soltar un suspiró y una sonrisa. Se sentía completo, hacía meses que no tomaba una. Sin dejar de tomar, dio una mirada rápida al lugar. Nada especial, una taberna oscura, de madera, los personajes típicos; el recluido, el grupo de amigos, etc.

¡¡¡POR FIN!!! Por fin tenia dinero para tomarse una cerveza. Si, por ese estupido motivo esta feliz de la vida, sonriendo más de la cuenta y esperando que la jornada acabara pronto para poder ir a la taberna. Aunque siempre la habian considerado alguien "demasiado pequeña" para poder tomarla. Y todo por culpa de su madrastra, que decia que las mujercitas no debian tomar más que thé. Que tuviera valor de resucitar y decirselo a la cara.

En cuanto termino cogio un panecillo que había reservado durante todo el dia y con preaucacion se dirigio a la taberna. Aunque por mucha precaucion que tuviera, se cayo por lo menos tres veces, una de ellas nada mñas abrir la puerta de la taberna. La gente que estaba a su lado se rio aunque alguno se preocupo por ella, aunque rechazo todo tipo de ayuda. Debia aprender a convivir con su forma humana viendo una cosa diferente con cada ojo. Se sento en la barra y llamo la atencion del camarero. Sabia que estaba alli, olia a bebidas alcoholicas que apestaba.-Una cerveza, por favor-puso su mayor cara de inocente que podía para que el tabernero no pusiera pegas.

Mientras que esperaba su ojo se desvio hacía su lado izquierdo. Habia un niño bebiendo vodka. Había algo extraño en el, olia distinto que el resto de la taberna-¿No pareces un poco pequeño para beber?-Le miro sonriente, mientras pensaba como iba a reaccionar el otro, seguro que nada bien por meterse en su vida privada.

Al principió no entendió bien de dónde venía ese olor, era raro, le hacía picar la nariz pero sabía que se terminaría acostumbrando, lo había sentido un par de veces en el bosque pero no era el mismo, el tipo de sangre era diferente, el olor que emanaba era una mezcla entre ese picor alergioso y el de la persona en sí, todo mezclado, extrañamente. Giró para ver a la persona que lo tenía bastante intrigado, realmente curioso.
Una joven -tal vez demasiado-, pareció aprovecharse de la ventaja de ser mujer con el master con aquella tierna carita, se sorprendió enormemente cuando uno de sus ojos, sólo uno, giró hacia él.
- ¿Eh? -Ese ojo lo distraía demasiado- Qu-qué? Ah-ah sí... Pe-pe- ... N-no -dió un sorbo corto a su vaso para tranquilizarse un poco, no le sacaba la vista de encima, de reojo, obviamente, muy disimulado siempre, sin llegar a demostrar nada que implicara algo raro- Soy-soy más grande de lo que parezco -murmuró mirando su vaso ahora vacío- ¿Es tan difícil de creer? -la miró consternado.
El master estaba lejos por lo que no podía ni siquiera evitar la respuesta pidiendo otra botella de vodka, menos maní.

Sonrio un mas cuando le contesto. Observandolo bien era más palido que todos los humanos que había conocido, aunque no podia criticar, que ella tambien era bastante pálida, pero de no usar demasiado su forma humana, ademñas de que su padre tambien era muy blanco de piel-No creo que sea tan dificil de creer. Solo depende del ojo del que se mire-Se giro de nuevo a la barra y empezó a tantear en la barra en busca de la jarra de cerveza que sabia que habían dejado.

Habían dejado la jarra, lo había olido mientras hablaba con el otro, pero desgraciadamente estaba situada a su lado derecho, por lo que no podia verla. Por fin consiguio adivinar donde estaba la cerveza y dio un pequeño sorbo disfrutando de su sabor. Era mejor de lo que habia esperado, aunque era un poco amarga, pero bueno, le conseguiria coger el gusto

- Sí, supongo que sí -dió un trago más a la cerveza- El ojo... -la miró de reojo, era bastante obvio, para él, que faltaba algo en su cara- Un ojo... ¿Perdiste el ojo derecho? -preguntó de pura curiosidad, sin pensar en la incomodidad que podía crear hablar de la perdida de un preciado ojo.
Se preguntaba más que nada qué tan diferente era andar por la vida, o simplemente caminando por la calle, con un ojo menos, o qué era ése olor que le hacía picar la nariz, que sólo le daba mala espina, la sensación de que nada bueno iba a salir de eso. "Vampioro--> Hombre lobo" se le vino a la mente de repente. Las dos cosas a las que más temía; los que jamás lo habían tratado bien y los que por alguna razón lo odiaban por el hecho de tener colmillos y chupar sangre.
- Oles a hombre lobo -dijo con una sonrisa "divertida", encontraba divertido el hecho de que tuviera el olor tan fuertemente impregnado en toda ella. Esperaba que no fuera alguien muy apegada a los lobos esos, seguramente intentaría matarlo, o por lo menos, lastimarlo. Se cuidaría y la vigilaría. Simplemente vigilarla, olvidar la manada que lo había perseguido durante todo un día sin parar, todo el odio que acumuló en esa horrible corrida; olvidar lo débil que le hicieron sentir. Olvidarlo todo y tratarla como a una más.

Sonrio aun más por su pregunta. No le importaba que le preguntara, era, tal vez, la primera persona que se lo cuestionaba por eso no le importaria el responderle solamente a él. Si alguien más preguntaba se lo pensaria detenidamente-La verdad es que nací sin él. Mi padre barajó la posibilidad de que fuera un hechizo, pero yo me niego en rotundo a preguntarle a un mago sobre eso-su sonrisa se volvio tensa al nombrar a los magos. Queria que desaparecieran de la faz de la tierra, no debian existir, solo servian para hacer el mal.

Se sorprendio de que le digera que olia a hombre lobo. Nadie se había fijado nunca, eso hizo que desconfiara un poco de él.-Pues yo solo huelo a...-se cogio un poco el cuello del vestido-...Pan recien echo, chocolate y algo a quemado-su sonrisa se ensancho aun más. Era mejor pensar en eso como una broma que empezar a dar vueltas sobre el mismo tema una y otra vez. Si debia enterarse, lo decidira el destino.