Entrega de regalos canadienses~

Título: This is not like that, Darling.
Pairing: Spamano/Romaña(?).
Resumen: Literalmente, la vida es una canción. Y este dúo se encargará de enseñarnos eso.

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Track 1: Hey ya! – Outkast

Thank god for mom and dad
for sticking together
cause we don’t know how

— Oh, vamos Lovi~ — canturreó el español, mientras que abrazaba con fuerza al mayor de los italianos.
— ¡Vete a la mierda, Antonio! ¡Y deja de abrazarme, con un coño! — maldecía Romano, empujando a España.

Antonio suspiró, algo frustrado. ¿Cómo era posible que Lovino le tratara así? Amaba las ocasiones en las que el italiano era dulce y apasionado, pero eran escasas y hasta contadas. Sin querer su vista se posó en el menor de los Italias. Feliciano se encontraba sentado en el regazo del alemán, mientras que le repartía besos por toda la cara y se colgaba de su cuello.

España hizo un puchero, deseando que Romano fuese igual de tierno y lindo que su hermano menor. Pero ni modo, aún así le quería… aunque debía de admitir que le sorprendía haber durado tanto tiempo en una relación con el gruñón de los Vargas.

Track 2: Una Confusión – LU

No quiero que me digas nada
no quiero que me vuelvas a hablar
arma suicida del alma
que destruyes mi fe de amar

Lovino se llevó una mano al pecho, sintiendo como algo se desgarrara en su interior.

¿Acaso eran lágrimas aquello que escurría por sus mejillas? Se maldijo, mientras que se limpiaba aquellas gotas saladas y cerraba los ojos con fuerza, queriendo olvidar lo que acababa de ver. Sin embargo, pareciera que aquella imagen hubiera quedado grabada en sus párpados con fuego.

Apretó con fuerza los puños. El aire le faltaba y sentía como su corazón poco a poco dejaba de latir. Mientras tanto, pasando la puerta que estaba a su lado, se encontraban España e Inglaterra besándose con pasión.
Cómo alguna vez lo hicieron él y el español.

Se deslizó hasta caer sentado, y enterró su rostro en el hueco que había en sus piernas. Mordió su labio inferior, queriendo reprimir aquel impulso de echarse a llorar como nunca lo había hecho en su vida.

Y todo porque aún le amaba… Aunque pareciera que todos aquellos “te amo” que salieron de los labios del castaño mayor eran una mentira. Una sucia y cruel mentira…

Track 3: Procedimientos para llegar a un común acuerdo – Panda

Sé que me quieres tener
Y yo te prometo
Prometo no hablarte de amor

— No deberíamos de estar haciendo esto, joder.

España suspiró, mientras que dejaba de abrazar al italiano y giraba en la cama, posando su brazo sobre sus ojos.

— Gilbert me matará — rió —. Pero es más probable que Arthur lo haga antes.

Lovino frunció el ceño, girando hasta quedar de lado, dándole la espalda al moreno. Sus mejillas seguían sonrojadas y su cuerpo sudado debido a la reciente actividad que había tenido con el español. Suspiró también, con la mente hecha un caos. Quería al prusiano, pero en secreto seguía amando a Antonio. Nunca dejaría de hacerlo, por más que tratara.

Y parecía que España tampoco había dejado de hacerlo, o de lo contrario no se encontrarían en la cama, desnudos, y con las respiraciones agitadas. Se sintió algo sucio cuando la palabra “Engaño” apareció en su cabeza. Le estaba siendo infiel a Prusia, pero realmente no podía evitarlo.

—… Una segunda vez no estaría mal — comentó. Antonio le miró sorprendido, pero sonrió y giró para abrazarle.
— Las veces que tú quieras — murmuró el español en su oído, mientras que le comenzaba a acariciar.

Romano se sintió extraño porque no le dijese “amor” o algo así como antes, pero no dijo nada y se dejó hacer.

Después de todo, ese sentimiento ya no existiría para ellos.

Track 4: Olette kauniita – Happoradio
ChibiRomano regresó a la casa de España, con los cachetes inflados en un puchero.

Antonio lo contempló llegar, y corrió emocionado a su encuentro. Ese día había sido tan aburrido sin su querido italiano. ¡Era increíble cuando le podía llegar a extrañar cada vez que se iba a casa de Austria para visitar a Veneciano!

— ¡Romano~! ¡Te extrañé tanto~~! — canturreó emocionado, mientras que tomaba al menor entre sus brazos y le abrazaba — Fusososo~ que mono eres con los cachetes inflados, ¡pareces un tomatito!
— ¡B-bájame, bastardo! — se removió incómodo, con el ceño fruncido — ¡N-no estoy de hu-humor para tus estupideces!

España parpadeó, algo sorprendido por el comentario. Bajó al pequeño y se arrodilló para quedar a su altura y mirarle fijamente a los ojos. Lovino, por el contrario, apartó la mirada, algo avergonzado.

— ¿Qué sucedió, Romano? — preguntó el español confundido, y algo preocupado — ¿Austria te hizo algo? ¿Hungría, tal vez…?

El italiano negó con la cabeza, apretando con fuerza el pequeño mandil que tenía amarrado a la cintura.

— N-nada de eso, idiota, ¡ahora déjame!

España suspiró, posando una mano en el pequeño hombro del niño y sonriéndole con ternura. Con esa sonrisa especial que sólo tenía para el pequeño Lovino.

— No te dejare, Lovi~ Así que mejor dime qué es lo que pasa o el Jefe no te dará pasta de cenar — murmuró el español, tratando de mostrarse serio y hasta un poco intimidante. No le gustaba actuar así frente al niño, pero en casos como esos era necesario.
Romano le fulminó con la mirada, para luego suspirar y volver a inflar los cachetes, algo triste.
— F-fue Veneciano — murmuró —. Él y su estúpida habilidad para pintar y esas cosas, todos… todos lo miran únicamente a él… ¡Él es más lindo que yo, maldición! — sollozó, con un par de lagrimitas asomándose por la comisura de sus párpados.

Antonio le miró con ternura, para después abrazarle con fuerza. Lovino al principio replicó, pero al final se dejó hacer y se acurrucó contra el pecho del español, usando todas sus fuerzas para no echarse a llorar en ese mismo momento.

— Yo no miro a Veneciano — susurró España, acariciándole la cabeza al menor —. Yo sólo te veo a ti, Romano, porque te quiero como no tienes idea. Y, por Dios, ¡eres la cosita más linda que jamás vi en mi vida! Fusoso~ — canturreó emocionado.
— ¿D-de verdad…? — preguntó Romano, algo sorprendido. El otro asintió.
— De verdad — le sonrió cálidamente —. Nunca te mentiría, mi Romano.

Track 5: Mirotic – DBSK

Neon nareul weonhae neon naege bbajyeo neon naege michyeo
He eonal su eobseo I got you- Under my skin

España sonrió de una manera un tanto lasciva, mientras que los gemidos del italiano resonaban en toda la habitación.

Hace un par de horas, Romano le había insultado como siempre y le había dicho que nunca terminaría en la misma cama con él. ¿Y qué era lo que estaban haciendo ahora? El español rió un poco, mientras que aumentaba el ritmo que había comenzado a marcar desde hace un par de minutos atrás.

Quería sentir al mayor de los italianos en todos los sentidos. Hacerlo suyo como nunca nadie podrá hacerlo. Tenerlo debajo de la piel, sus gemidos grabados en su cabeza, el sabor de su piel pegado al paladar.

¡Demonios, cuanto le amaba!

— ¡M-maldito bastardo…! — jadeaba Lovino, aferrándose con las uñas a los brazos del español mientras que su cara pasaba por los diferentes tipos de rojos que existían (y hasta los que no).

Antonio se limitó a reír nuevamente. El italiano había caído por completo ante sus encantos, cómo el día anterior o como desde hace un año. Porque después de todo, era España, el Reino de la Pasión, y nadie se le podría resistir nunca…

Track 6: Turn – Lovex
Se aferró al español como pudo, mientras que las lágrimas de dolor y arrepentimiento corrían por sus mejillas.

A su alrededor los cadáveres adornaban el lugar, junto con la sangre, las casas destruidas y los tanques de guerra abandonados. Italia Romano se sentía sucio, estúpido, un maldito… Pero era su obligación como país participar en esa guerra, por mucho que no lo quisiera.

Miró a España, quien simplemente le observaba sereno, sin una pizca de felicidad en su mirada. Lovino se encogió en su lugar, triste y con el corazón roto. Sabía que el español tenía todo el derecho de odiarlo. Era un monstruo, lo peor que podía haber en el mundo…

… unos brazos le rodearon y le abrazaron con fuerza. Romano soltó un respingo, sorprendido, y sin decir nada, correspondió aquel gesto y siguió llorando como nunca en su vida.

Porque Antonio le seguiría amando, pasara lo que pasara, hiciera lo que hiciera. Aun si se convirtiera en la peor persona del mundo, España seguiría amando a aquel italiano débil y asustadizo…

Track 7: Dance, dance – Fall Out Boy

"A joke of a romantic" or {just} stuck to my tongue
Weighed down with words too over-dramatic

Lovino se cruzó de brazos, mientras que contemplaba a las demás parejas bailar.

¡Demonios! Era el baile de graduación y él no había conseguido pareja. ¡¿Qué clase de italiano era?! Frunció el ceño y suspiró, pensando seriamente en largarse de allí y dejar que su hermano regresara solo con la alemana esa que era su pareja. Se dio la vuelta, dispuesto a irse, hasta que sintió que una mano le sujetaba con suavidad del hombro y le hacía volver a girarse.

— ¡Lovi~! — canturreó Isabela, aquella chica española que siempre lo acosaba —, ¿por qué tan solito? — sonrió ampliamente.

El italiano se sonrojó, mientras que apartaba la mirada de la chica.

— N-no te interesa — farfulló, con un tono algo seco y cortante. Isabela ladeó un poco la cabeza, algo confundida, pero no perdió su sonrisa. Y eso molestó un poco al castaño.

¿Por qué siempre le sonreía? Él siempre le trataba de la peor manera y ella siempre seguía allí, a su lado, sonriéndole a pesar de todos los insultos que el italiano decía hacia su persona. ¡No la entendía! Pero a la vez, le alegraba que ella fuese así.

Sí, Lovino Vargas estaba enamorado de Isabela Fernández Carriedo, la estudiante española que había llegado el año pasado por culpa de un curso de intercambio. Sonaría un poco loco, tal vez, puesto que la chica tenía fama de ser una completa… tonta.

Sin embargo, había algo en ella que le atraía de una manera inexplicable. Lo único malo de todo el asunto era que Lovino no era nada bueno a la hora de expresar sus sentimientos y siempre terminaba ofendiéndola de una manera u otra… como ahora.

— Vamos Lovi~ ¡Bailemos! — sonrió ampliamente la chica.
— ¡J-joder, deja de decirme así! — se enfurruñó, mientras que sus mejillas se teñían de rojo.

La española rió, para después tomar de la mano al chico y arrastrarlo al centro de la pista. La música era suave y lenta, perfecta para un baile de parejas. El italiano maldijo en voz baja, dejándose hacer y comenzando a bailar con la castaña. Isabela rió un poco.

— No eres bueno para las cosas románticas — comentó.

Y Lovino no dijo nada, porque después de todo, ella tenía razón.

Track 8: Quasimodo – SHINee

Na geudael gajji motaedo nae mami [I need you. Oh love]
Kkeunae seulpeun inyeone byeogape garo makyeodo [I´ve tried not to cry for you, baby. Neol saranghae]

El dolor se cernía sobre su corazón como nunca antes lo había hecho.

Su mirada se posó sobre el italiano que caminaba junto al prusiano, feliz… o bueno, relativamente feliz si no es porque tenía esa cara de amargado que siempre se cargaba. Antonio los contemplaba desde lejos, mientras que ellos se apartaban caminando tranquilamente, tomados de la mano…

Cuanto deseó ser él el que sujetara la mano del italiano. Cuanto deseó ser él quien le besara a cada momento. Cuanto deseó ser él quien le hiciera gritar de placer por las noches.

Pero eso ya no se podía, Lovino había dejado de amarle hace tiempo, y el español tuvo que aceptar aquello. Aceptar que su amor no sería correspondido nunca más. España había aprendido a odiar el dicho de “si lo amas, déjalo libre”. El dolor de la libertad le cortaba como millones de cuchillos filosos.

El aire golpeó con delicadeza su rostro, y sus ojos miraron el paisaje que estaba a sus pies. Los carros pasaban velozmente por la carretera y el puente estaba a una altura considerable. Sería una muerte rápida, pensó con una sonrisa triste.

Porque el dolor era tanto que ya no le permitía vivir. Le seguía amando, incluso después de la muerte.
Con una lágrima escurriéndole por la mejilla, el español dio un paso, y la gravedad hizo de las suyas…

Track 9: Lucky (Suerte) – Jason Mraz feat. Ximena Sariñana

Suerte que despierto junto a ti,
Suerte que sentí lo que sentí
suerte que regresas para mi

El sol golpeó con delicadeza su rostro, haciendo que despertara lentamente.

España soltó un suspiro, aún adormilado, mientras que se estiraba en toda la extensión de su amplia cama. Fue allí cuando lo notó, acostado sobre su brazo y aferrado a su pecho. Lovino tenía el ceño fruncido y balbuceaba maldiciones entre sueños, pero aún así, pensó Antonio, se veía sumamente tranquilo y feliz.

El español sonrió ligeramente, mientras que se encargaba de quitarle aquel mechón molesto de la cara a su amante, novio, amigo, confidente… Tal vez todo aquello sonaría cursi, pero para El País de la Pasión no.

Todos los días, al despertar, se sentía la persona (o país) más dichoso en el planeta. Tenía a la persona a la que más amaba a su lado, y ésta también le correspondía sus sentimientos (a una manera un tanto… peculiar). Realmente era muy suertudo.

Rió un poco, aferrándose con fuerza al italiano y dándole un ligero beso en la frente. Romano hizo una mueca y farfulló algunas groserías más, sólo para acomodarse contra su pecho.

Sí, realmente España era alguien muy suertudo, puesto que era difícil conseguir el corazón de aquel enojón y malhumorado italiano.

— Te amo, Lovino — susurró quedamente.
— … vete a la mierda, Antonio… — respondió el otro entre sueños.

… sí, muy suertudo.

Track 10: Beautiful – HIM

Just one touch and I'm on fire
One touch and I'm crying
'Cause you're so beautiful

Suspiros, jadeos, roces, gemidos.

Sus pieles arden a causa del placer que les envuelve, y la pasión se desborda por cada uno de sus poros. Palabras de amor, tanto cursis como lascivas se escapan de sus labios y se quedan volando en el aire, como si fueran mariposas. Sus cuerpos se mueven en una danza prohibida, y las lágrimas de felicidad se escapan por la comisura de sus ojos, fundiéndose en aquellos besos llenos de cariño.

— Eres tan bello, Romano, mi Lovino… — jadeó Antonio, repartiendo besos por toda la cara del italiano.
— M-maldición, cállate de una vez… — respondió el chico, diciéndole un te amo en su propio idioma.

Y siguieron así, durante toda la noche, por toda una semana, por el resto de sus vidas. Amándose en aquel secreto tan prohibido y morboso que les hacía temblar con tan solo pensarlo. Eran humanos, eran países. Eran amantes, eran novios. Eran conocidos y eran amigos. Eran España e Italia del Norte. Eran Antonio y Lovino.

Un par de amantes que tal vez sufrirían el mismo destino que Romeo y Julieta, pero que por mientras, se seguirían susurrando al oído palabras tiernas.

STOP ■

La pequeña Mei tomaba su siesta bajo un hermoso árbol de cerezo en la casa de Japón, ya todos los allí presentes habían repartido los chocolates que se darían “como buenos hermanos” que eran, ese 14 había pasado sin novedad, salvo por alguna que otra escena de celos de cierto coreano, pero todo tranquilo a pesar de ello.

Un niño de su misma edad se acerco a la joven que dormía bajo el árbol, decidió sentarse a su lado, le gustaba observarla dormir, hacia caras realmente tiernas y no para de susurrar su nombre entre sueños, él no sabía exactamente la razón, pero le gustaba escucharlo; de la voz de de ella sonaba casi como una canción, él amaba con todo su corazón a su pequeña Mei, aunque no fuese capaz de demostrarlo.
Tomo algunas de las flores que rodeaban a la muchacha e hizo una corona con ellas, la coloco sobre la cabeza de la chica y se levanto rápidamente para volver dentro del hogar de su hermano, pero una manita en su camisa se lo impidió… era la manita de la chica, que le sonreía ampliamente.

- ¡Mei! –se sonrojo mientras ella le sonreía desde el suelo aun acostada

- ¿Me estabas mirando? –la chica era muy suspicaz, la mejor respuesta que pudo dar el chico fue un leve asentimiento con la cabeza -¿y tú hiciste esta corona?

- S-Si –no valia la pena mentirle, de todas formas ella se daría cuenta

- Gracias –se levanto para poder alcanzar la mejilla de su acompañante y darle un beso, este no dijo nada, no siquiera fue capaz de moverse, simplemente se quedo allí a su lado, mientras ella reía feliz

- A veces tienes tus lados tiernos tras esa seriedad Xiang –él asintió, para acompañarla otro rato bajo el árbol, deseando no ser interrumpidos por nadie mientras dormían plácidamente el uno junto al otro, con sus manos tomadas y esperando que saliera la luna para volver a casa.

Una pizca de chocolate~

Era molesto. Toda esta situación era molesta, y aun que en su vocabulario tenía todavía más palabras para describir todo esto, decidió usar esa palabra, porque era la que más se asemejaba a él idiota que estaba frente suya. Aunque, pensándolo bien…También, pendejo, estúpido, ruidoso, marica, tarado, un hijo de…
¬—¿Y bien? Me vas a dar~ —su voz sonando de nuevo me sacó de mis pensamientos. Lo fulminé con la mirada, y sentí como su agarre se afirmaba a mi cintura.
—No —¡Mierda! Esa palabra también sirve para describir todo esto—, No te daré ni una mierda. Así que te conviene mejor soltarme.
Puso una cara de aflicción, fingida obviamente. Aunque debo admitir que era bastante buena, casi me la creo, casi.
—Why? —murmuró contra mi oído. Maldición, que bueno que tengo autocontrol, si no, hace rato que hubiera caído—, I wanna~
—He dicho: ¡No! —le dije separándolo un poco con mis manos—, Y si no quieres que tus “Regiones vitales” terminen hechos mierda. Te recomiendo que me sueltes, con un demonio.
—Wa, pero que boquita tienes —dijo con un tono juguetón, mientras se acomodaba los lentes. Carajo, que ganas tengo de partirle toda la madre ¡ahora! —, Sólo te estoy pidiendo que me des. No te vas a morir ni nada por el estilo.
Y es en estos momentos en los que maldigo a mi hermano, por dejar que el gringo entrará. Y lo maldigo también por meterme todas estas putas ideas en la cabeza. Joder, que lo odio.
—Yo sé que estas muy necesitado, gringo —le dije destilando veneno con cada palabra pronunciada—, Pero te digo desde este momento eso no va a pasar. No te voy a dar.
—Lo harás. I know —murmuró con una sonrisa socarrona—, Siempre lo haces.
Que coraje. Aggh, mierda, quiero darle un golpe…Si no tuviera mis brazos inmovilizados por su jodido abrazo del oso…
He de suponer que les gustaría saber porque está pasando todo esto. Bueno, la cosa es muy simple.
Estaba yo, sola y toda la cosa. Y bueno estaba haciendo unos chocolates, ya saben, por lo del 14 de febrero. Tenía planeado darles a todos mis primos/hermanos.
—¡Hermana! —escuché que me gritaban, no le tomé mucha importancia porque, bueno, tenía mejores cosas que hacer—, Tenemos visitas.
Fue en ése momento en el que debí haber sospechado. Debí haberme puesto alerta, debí haberlo hecho, ¡pero no! Debí haberme puesto alerta, debí haberlo hecho, porque de haber sido así, lo siguiente no hubiese pasado...
—¡Itzel! —escuché que alguien gritaba, y no era la voz de mi hermano. Lo siguiente que sentí fue unos brazos (medios fuertes, no hay que exagerar…) me rodeaban por la cintura y me alzaban alejándome de lo que anteriormente hacía—, What are you doing?
—¡¿Qué cara….¡Alfred! —grité asombrada. Y bueno no es normal que el gringo llegue de repente a tu casa y te abrace con tanta confianza—, ¡Suéltame en este jodido instante!
—¡Dime que estás haciendo y tal vez te suelte! —chilló… en mi oído ¡Mierda! Que me va a dejar sorda o algo así. Una carcajada, alguien (que no era el gordo) se estaba riendo…
Con ayuda del gringo, nos dimos la vuelta (Al parecer a él también le interesaba lo de la risa) Y mi hermanito estaba recargado en el marco de la puerta, riéndose a carcajadas.
—¡Pedro! Ven aquí en este jodido instante —gruñí, me estaba comenzando a enojar —, ¡Y explícame que mierdas está pasando!
—Pues nada, nuestro “querido” vecino, vino de visitas —se encogió de hombros, con aquella sonrisa burlona de la cara—, Y bueno, no quise ser grosero y lo dejé pasar. Además se moría de ganas por verte~
—Yes —afirmó el otro a lo que mi hermano dijo —, You’re my valentine!
Okey, estoy segura que mi cara se puso roja, roja, como esos corazónes que ahora estabán en mi mesita. Lo sentí, y obviamente, la carcajada que mi hermano soltó me lo dijo también.
—¡No me chingues con eso, Alfred! —gruñí—, Y suéltame ya! ¡Carajo!
—Bueno, bueno! Me retiro —dijo mi hermano comenzando a darse la vuelta —, No quiero molestar al par de tortolos —Soltó una última carcajada antes de salir de la cocina.
—¡No! ¡Pedro! ¡Vuelve aquí! —grité comenzando a patalear—, ¡Chingada madre! ¡Pedro!
Alfred se comenzó a reír, apretando más el agarre a mi cintura. De repente sentí cómo, en alguna extraña vuelta, terminé frente a frente con el gringo.
—Then, ¿Qué hacías? —me preguntó con una extraña sonrisa en su rostro.
—Hacía chocolates —gruñí, mirándole mal—, Ahora, suéltame.
—¡¿Chocolate?! Y me vas dar?! —Y apartir de esa pregunta nos lleva a lo que leyeron al principio…
—¡No! ¡Lee mis labios, Alfred! —los señalé mientras hablaba—, ¡No te voy a dar nada, con un carajo!
Se quedó callado. Bien, parece que al fin se ha calmado ¡Ja! Siempre ganó lo sabía. Pero no me debo confiar, pues tiene cara de estar pensando. Me pregun...¡QUÉ MIERDAS! ¡ME HA LAMIDO! ¡Al hijo de puta me ha lamido en labio! Bueno, técnicamente fue aún lado…¡PERO QUE CHINGADOS ME IMPORTA! ¡EL MÁLDITO ME HA LAMIDO! ¡Lo voy a matar! Por como siento mi cara, estoy casi segura que estoy ardiendo….¡Puta madre! ¡Alfred F. Jones está muerto!
—¡¿Qué chingados te pasa?! ¡Estás loco! —grité una vez pude pronunciar algo, porque, por el shock no había podido decir nada —, ¡Eres un hijo de tu puta madre!
Me está viendo, con esa cara de maldito. Lo está disfrutando, esta disfrutando el que me enoje y haga toda esta rabieta. Lo sé, se le ve en la sonrisa. En esa jodida sonrisa…(Que por cierto es encantadora ,¡Pero no le digan a nadie que dije eso!)
—Tenías algo de chocolate ahí —me dice aún con esa sonrisa. Mierda, que lo mato—, Y bueno, cómo traía ganas de chocolate y no me querías dar, tuve que recurrir a medias extremas.
—Te juro, vuelves a hacer eso y no sales vivo de aquí —siseé con el ceño fruncido.
El sólo sonrió, pero ahora de una forma burlona y retadora. Algo va a hacer…Y no confío.
Se acercó, tomándola de la barbilla. Posó sus labios en la mejilla de la chica, para después lamer una pequeña mancha de chocolate. La chica enrojeció hasta las orejas, y trató de alejarlo.
—¡A-alfred! —balbuceó la chica, tratando de sacarse al chico de encima. En respuesta, Alfred la abrazo más fuerte y caminó para que la chica quedara contra la pared—, ¡A-alfred! ¡D-déjame en paz! Chingada madre…
—No~ —cantarruneo feliz, acercándose a la cara de la chica.
Sin soltarla del agarre, liberó uno de sus brazos para tomar algo del chocolate líquido que tenía cerca. Cuando se cercioró que el chocolate no estaba caliente lo puso frente a la chica.
—Hey~ me gusto el chocolate que preparas —alegó Alfred metiendo el dedo en el chocolate, para luego lamerlo de una forma provocativa frente a la chica.
—¿Q-qué planeas hacer con eso? —balbuceó la chica embobada cuando lo del chocolate.
—Nada, sólo juego un poco —afirmó volviendo a meter el dedo en el chocolate—, Hey! Éste chocolate no sabe tan bien cómo el que probé hace unos minutos…Maybe…
Con el dedo untado en chocolate, comenzó a pasarlo por la chica manchándola. Un poco de chocolate en la frente, en ambas mejillas, por el puente de la nariz, acabando en los labios.
—¿Qué chingados? Ni si te ocu…—la chica no alcanzó a terminar la frase cuando el chico comenzó a lamerle el chocolate.
Con mucho cuidado, posó la lengua en su mejilla quitando todo el chocolate existente. Una vez acabo paso a su otra mejilla a hacer lo mismo. Con cuidado, empezó de nuevo en la frente, bajando lentamente por el puente de la nariz. Tocó los labios con la punta de la lengua, causando que la chica temblara.
Que se detenga, mierda, si hace lo que sigue…No podré aguantar…No. De mis labios sale un pequeño suspiro haciendo que el otro sonría victorioso. Mierda, cuándo todo termine lo voy a golpear de tal forma que no podrá levantarse en todo el año. Lamió la comisura de mis labios, haciéndome temblar. Puta madre, lo hace tan lento que me estoy desesperando. Recorrió mi labio inferior primero, limpiando todo el chocolate que había. Logrando además, que abriera mis labios.
Quería decir algo para que se detenga…Pero, de mi boca no sale nada. Siento como está pasando, ahora, por mi labio superior. Mierda…
Esto sabe bien. Sus labios…son bastante suaves, actually, esto me está gustando. Quiero…quiero hacer algo más. Damn, ahora entiendo porque a Francis le gustan este tipo de cosas. La tomé de la barbilla, queriendo acercarme un poco más. ¡Éste será el mejor beso! Hahahaha ¡Será como esos besos que vienen en los cuentos que Iggy solía contarme.
Posé suavemente mis labios sobre los de ella. Siento como tiembla ligeramente en mis brazos, eso es bueno ¿No? Y si no me ha apartado de golpe, supongo que eso es bueno también…Leet see ¿Cómo se supone que continúa esto?...Err, creo que esto no es algo que venga en los libros que Iggy me contaba…aun que ahora recuerdo que había uno dónde venía algo parecido.
Comienzo a mover mis labios, lentamente ¡Y me están respondiendo! Oh, men this is osom! Le suelto el agarre que tenía sobre sus manos, y pongo las mías sobre su cintura. Creo que me va a pegar… Amaizing! Puso sus manos alrededor de mi cuello. Esto es genial, me muero por platicárselo a Iggy.
—….Happy V-Day! —chilló Alfred, cuando se separaron.
—….Feliz San Valentín…. —murmuró con la cara encendida Itzel con la mirada en el piso.
—Hey —llamó Alfred con cara pensativa —, Entonces si me vas a dar chocolate ¿Verdad?
—…—Itzel le volteó a ver con una cara que decía: “Me estas jodiendo ¿verdad?” —, ¡ALFRED ERES UN HIJO DE…

Mientras tanto
—Che, ¿A qué hora llega tu hermana? Qué me muero de hambre —se quejó Martín, pegándose en el estómago.
—No va a llegar. Está teniendo su romance con el gringou~—afirmó Pedro dándole un trago a su cerveza.
—Ya decía yo que era cuestión de tiempo, para que consumaran su romance —alegó Martín, mientras frente a ellos dos pasaban un grupo de los latinos (Perú, Chile y Brasil) — , Hablando de…¡Manu! ¡Vení! ¡Dame un beso de San Valentín! ¡Hay que consumar nuestro amor! –gritó el rubio saliendo tras el chileno.
—¿Qué? ¡Alejaté de mi weón! ¡No me toque! —gritó Manuel, comenzando a correr en dirección contraria a la de Martín

Lo habían atrapado, que estúpido. Era 14 de febrero y lo habían atrapado mientras intentaba escabullirse para salir de la casa y ver a Korea. Debían de haber tenido más cuidado con el juego de té, que se había hecho añicos en el piso de la sala.
Suspiró con pesadez. Xian sabía que Arthur lo había castigado más por eso que por haber querido salir sin permiso de noche.
Y seguramente Korea ya se había ido también. El simplemente hecho de pensar en eso le deprimía. Se lo imaginaba esperando junto al lago hasta que se había hartado y se había ido.
Porque él habría hecho lo mismo.
Se dejó caer en la cama a pesar de que no tenía nada de sueño. Se sentía inquieto, y con una ansiedad que no podía controlar.
—Esto como que no es lo que tenía planeado… —murmuró, ahogando su voz contra la almohada y sintiendo un nudo en la garganta. Que molesto—, maldito cejón…
Ya se vengaría. Sí que lo haría, de la forma más cruel y despiadada que pudiera imaginarse (seguramente algo que tuviera que ver con el francés…) y pensaría en ello esa noche, a falta de algo mejor que hacer.
Fuera la luna brillaba con fuerza, al igual que las estrellas. Y en vez de hacerle sentir mejor, se sentía peor, porque no debía de estarlas observando encerrado en esa estúpida habitación. Debía estar allá, con él…
No supo cuanto tiempo pasó, pero sus pensamientos comenzaron a volverse cada vez más nebulosos, e iba perdiéndose cada vez más en ellos hasta estar a punto de quedarse dormido, abrazando a su osito panda de peluche.
Y hubiera sido así hasta que un fuerte crujido y un golpe lo hicieron despertarse golpe.
Se levantó de inmediato y tomó lo primero que tuvo a mano (un candelero) y se dirigió a la ventana asomándose con cuidado.
Más sin embargo lo que vio le provocó una sonrisa.
—¡Korea! —gritó, dejando caer el candelero al piso y asomándose lo más posible que los barrotes de la ventana le permitían.
En efecto. Tenía que ser él. Se encontraba tirado en el piso con una rama rota a un lado, y aunque había sido una caída de más de dos pisos, parecía estar respirando…. O eso creía.
De pronto su corazón latía con bastante fuerza y a pesar de que Korea no reaccionaba se sentía feliz. Había ido a verlo.
De pronto se levantó con dificultad, sobándose la cabeza mientras Xian lo miraba expectante.
¿Eso que estaba en el piso era sangre?
—¡Korea! —volvió a gritar, desesperándose de su reacción tan lenta.
Eso fue suficiente. Volteó hacia arriba tan rápido que sintió un mareo que ignoró, y le sonrió ampliamente, agitando los brazos en señal de saludo.
—¡Xian! —gritó, quizás demasiado fuerte— ¡He venido a recatarte, daze~!
—¿Rescatarme? —preguntó Xian ladeando la cabeza un tanto confundido— ¡Pues ven y rescátame rá…!
Se detuvo de golpe. Había escuchado ruidos. Ruidos en el corredor. Su corazón se detuvo de golpe, seguramente alguien había escuchado algo y no tardarían en ir a revisar.
—¡Eso haré daze~! —escuchó el grito de Korea desde tres pisos más abajo— ¡Pero antes quiero decirte algo!
Ahora los pasos se escuchaban más cercanos, comenzó a sentirse más nervioso, esperando que en cualquier momento giraran la perilla o soltaran a los perros guardianes… Oh los perros guardianes no…
—¡D-dímelo después! —gritó, comenzando a preocuparse— ¡Creo que te escucharon y soltarán a los perros!
—¡¿Qué?! ¡No, tiene que ser ahora, daze~!
¿Por qué tenía que ponerse tan terco? ¡Estaba tratando de salvarlo!
—¡Rápido!
—¡No es cualquier cosa!
De pronto los escuchó, a los lejos, los ladridos. Esos ladridos del demonio.
—¡Como que lo dices de una maldita vez!
Esta vez pareció que Korea los escuchó también, puesto que se sobresaltó y tomó la rama que se había roto.
—¡Habla! —gritó Xian desesperándose cada vez más.
—¡Feliz San Valentin! —gritó por fin.
Se quedó paralizado ¿Eso era? Definitivamente no era lo que se esperaba. Que estupidez. Abrió los ojos con sorpresa y se quedó con la boca abierta viendo la enorme sonrisa de Korea que lo miraba de vuelta.
Si no hubiera sido por el perro que se le había avalanzado en ese momento…
—¡Feliz San Valentín a ti también! —gritó, como despertando de un letargo y sin pensar en lo que decía— ¡Pero como que te vas ya, maldita sea!
Y eso hizo, salió corriendo mientras mantenía alejados a los perros como podía y Xian lo veía perderse en el bosque.
Se dejó caer en la cama de nuevo, esa sonrisa estúpida no desaparecía de su rostro y no quería que se fuera. Se preguntaba como Korea había decidido haber ido a su casa al ver que no llegaba. Tal vez lo había subestimado.


A la mañana siguiente se despertó por la luz del sol en su rostro, había dormido bastante bien.
Pero no tenía ganas de bajar a la cocina ni nada por el estilo, se quedaría ahí hasta que no le quedara de otra opción, tal vez cuando comenzaran los gritos histéricos de Arthur. En eso estaba cuando vio como algo blanco entraba por la ventana y caía al suelo.
Confundido se acercó al objeto, bajando de la cama y tomándolo en sus manos.
Era un avioncito de papel.
Lo abrió extendiéndolo para ver lo que decía, y sonrió al reconocer la caligrafía. Era inconfundible. Y no decía nada más que una frase escrita al parecer de forma muy apresurada.

Se quedó sin aire, mientras el corazón le latía con bastante fuerza en el pecho y las manos le temblaban, e inmediatamente corrió hacia la ventana, pero no se veía a nadie por ningún lado. Los perros estaban rondando el jardín.
—Yo tambien… —murmuró volviendo de nuevo su atención al papel. Podría haberse quedado viéndolo toda la mañana.

Se detuvo repentinamente ¿Quién era esa chica que conversaba tan tranquilamente con Berwald? Sus ojos violáceos los observaron curiosos, era raro ver que el sueco se llevara tan bien con alguien aparte de él mismo. Comenzó a avanzar de nueva cuenta rumbo a su salón de clases, ¿Se trataría de una novia? ¿Por qué no se lo había dicho entonces? Después de todo estaban viviendo juntos…

Recordaba claramente cuando el más alto le invitó a vivir con él, habían entrado a la misma universidad, y rentar un departamento compartido parecía ser la opción ideal. Eso había sido hacia ya dos años, y aun continuaban juntos.
Se detuvo cuando llego al aula, comenzaba a sentirse enfadado, y no lograba entender el porqué. Debería alegrarse de que su amigo consiguiera una chica linda, normalmente era demasiado tímido y le costaba relacionarse con los demás (la expresión de permanente enfado en su rostro tampoco ayudaba mucho). ¿Sería porque no se lo dijo? Es decir… se suponía que ellos se contaban todo ¿no?

–Mejor debería concentrarme en clases – Suspiró antes de voltear su mirada a la pizarra, pero su propósito quedo en una mera idea, no pudo evitar continuar dándole vueltas al asunto durante el resto del día. E incluso mientras preparaba la comida, se planteaba la posibilidad de preguntarle a su compañero.

–¿Est´s b´en? – Se sobresaltó un poco al oír la voz de Berwald, no notó el momento en que llegó a casa.
–S…si, todo bien – Respondió sirviendo los platos de la cena sin voltear a verlo. – Ya está la cena.
Comieron mayormente en silencio, el sueco era una persona callada, y Tino estaba más ocupado pensando en cómo debería hacer la pregunta…

–Tino…– finalmente fue el mayor quien rompió el silencio – M´añan´ no v´ndre a c´nar, lo s´ent´–
–¿Ehh? ¿Llegaras tarde? – No pudo evitar preguntarse si saldría con la chica de esa mañana – ¿A dónde irás?
–T´ngo ´na entr´vist´– Le respondió un poco sonrojado –p´ra el tr´baj´qu´te com´nte –
–Buena suerte entonces – Le regresó una gran sonrisa, de algún modo se sentía aliviado de que no fuera una cita la que le impidiera llegar a cenar – Yo comeré algo antes de venir a casa también.
–Hmn– Asintió el más alto para continuar con su alimento
–Eh...Hoy en la escuela…– Comenzó de forma insegura, atrayendo la atención de su acompañante– ¿Viste a Nor o a Is hoy?

Y cambió la pregunta rápidamente, no se atrevía a preguntar algo así de manera repentina. No con esos profundos ojos azules viéndolo y… se sonrojó al darse cuenta del rumbo que estaban tomando sus pensamientos, no era propio de un amigo pensar de esa forma ¿o sí?}

El sueco negó con la cabeza un poco confundido, ¿Qué no eran ellos compañeros de Tino? El no los había visto en una larga temporada.
–¿P´r qué? –
–N…no, por nada, solo curiosidad – Le regresó una sonrisa nerviosa, mientras comenzaba a juntar los platos de la cena. Era mejor dejar las cosas de esa manera.
Al día siguiente se encontró en la cafetería con los antes mencionados, y no pudo evitar recordar que los había usado como excusa para zafarse de una pregunta… pregunta que aun continuaba sin respuesta.
–Hey Dan, ¿sabes si Berwald tiene una novia? – Con ellos se encontraba Dan, un amigo/novio o algo así (Tino, aun no estaba seguro de cómo debería calificar su relación) de Nor y compañero de clases de Berwald.
–Bah, yo que voy a saber de ese idiota – Con quien por cierto no se llevaba nada bien – Además, ¿No eres acaso tu quien vive con él?

Los tres chicos le miraron con curiosidad y el Finlandés solo atino a sonrojarse, era cierto que vivían juntos, pero eso no significaba que supieran cada cosa del otro. Aun cuando en otro tiempo, hubiera jurado que él era la persona que mejor conocía a su amigo y viceversa.

–Quizá debería mudarme – Murmuró viendo a su plato con algo de tristeza – Posiblemente no sea el compañero más adecuado, si ni siquiera me tiene la confianza de contarme si tiene una novia.
–¿Estás seguro que tiene una? –
–Pues… – Dudó antes de responder –No puedo asegurarlo, pero le vi hablando con esa chica
–Oh vamos – Interrumpió Dan en la conversación – No es que el sea mejor que yo (que definitivamente NO lo es) pero ese idiota inexpresivo es muy popular, pudo estar hablando con cualquiera.

El reproche que estaba por recibir por parte de su amante (proclamado así por el) se corto ante la realidad de sus palabras. A pesar de su carácter serio y reservado, Berwald Oxenstierna era un chico popular, especialmente entre las féminas, quienes en su mayoría se conformaban con admirarlo “a la distancia”, pero eso no quitaba que alguna vez hubiera una con el suficiente valor para acercarse.

–Sería mejor que le preguntaras directamente –Agregó Nor mandándole a Dan una mirada que claramente decía “Cállate” y silenciándolo al instante.
–Quizás – No se animó a comentarles que ya lo había intentado sin éxito alguno. Suspiro suavemente mientras veía a los chicos discutir por alguna nimiedad. “Yo también quisiera tener una relación así” Golpe de Nor a Dan… “Mejor sin tantos golpes”.

Aun así se hizo la nota mental de volver a intentar preguntar, así que esa noche cuando el rubio más alto llegó a casa trato de sacar el tema a colación.
–Hey, bienvenido – Saludo al otro en cuanto entró – ehh yo…. ¿Sabías que Germania-sensei usa peluca?
“Ok… pregunta estúpida…y falsa” Se recriminó mentalmente en cuanto las palabras salieron de sus labios. Sin embargo el otro le miró asombrado.
–¿En s´rio? – Se sentó frente a él sorprendido – P´ro t´ene el p´lo tan l´rgo y br´llant´–
–Jejeje, pues si, ya ves –“Lo siento por esto Germania-sensei” – Lo que son las cosas –

“Volví a perder mi oportunidad” Se lamentaba esa noche mientras se preparaba para dormir, afuera, el ruido de la lluvia se escuchaba impidiéndole conciliar el sueño. “Pero no es algo que pueda preguntar así de golpe… sería raro” Sacudió su cabeza intentando quitarse esas ideas de la mente, cuando escucho ruidos en la salita del departamento.

Se levanto rápidamente aguzando más el oído y tomando su celular en una mano, listo para llamar a Emergencias si alguien se había metido. Abrió la puerta de un solo golpe y casi cae para atrás cuando vio justo frente a él a su compañero de vivienda.

–¿Te as´ste? – Le miró preocupado – lo s´ent´– Se disculpo mientras le acariciaba la cabeza.
–No, no pasa nada – Le restó importancia asomándose por la puerta, sobre el sofá había varias mantas y una almohada. –¿ Qué ocurre?
–G´ter´s – Contestó, haciendo que recordara que tenía tiempo que no impermeabilizaban la casa.
–¿Justo sobre tu cama? –El otro asintió volteando a ver su improvisada cama – No cabrás ahí –

Y eso era cierto, el sueco era muy alto, ese pequeño sillón no bastaría para que se acomodara. Le sonrió tomando su propia almohada de la cama – Anda, te cambio el lugar, duerme en mi cama y yo dormiré en la sala.
Berwald comenzó a negar con la cabeza mientras se sonrojaba ligeramente. El menor entendió que aquel no aceptaría dejarlo dormir en el sillón, pero tampoco podría hacerlo aquel, no con esa altura.

–Entonces durmamos juntos – Propuso alegre, después de todo lo habían hecho cuando niños, ¿Qué diferencia podía haber ahora? – Así ninguno tendrá que dormir en el sofá.
Se dio cuenta de que el otro veía la cama, como dudando si podrían caber ambos ahí, así que se apresuro a ir por las cosas que estaban en la sala y acomodarlas sobre su propio lecho.

–Anda ven aquí – Le llamó una vez estuvo acomodado bajo las cobijas, y celebró mentalmente cuando el otro se acomodo a su lado. – Eso es, buen chico.
Le palmeo la cabeza con gusto, antes de abrir grandes los ojos al darse cuenta de lo que hacía, o más de lo que pensaba que podía hacer después… se sonrojo intensamente y deseándole buenas noches a su acompañante se giró y se tapo hasta la cabeza.

Estaba muy ocupado reprochándose a si mismo su proceder, para notar que el sueco se daba la vuelta aun debajo de las cobijas, hasta que sintió el fuerte brazo rodear su cintura y el cálido aliento sobre su nuca.
–N´ me d´s la ´spald´– un escalofrío recorrió su cuerpo al sentirlo tan cerca de sí mismo y tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no voltearse a verlo.

Fue ese momento, en que todo encajo para Tino, porque ese escalofrío no era algo que se sentía con un amigo, porque no sientes celos (si, ya había aceptado que ese malestar que sentía cada vez que lo veía con alguna chica eran celos) por un amigo, por muy unidos que fueran.

Al día siguiente hizo como si nada hubiera ocurrido, pero sabía que no podía permanecer más tiempo al lado de Berwald. Lo último que deseaba era causarle problemas. Así que de camino al campus compró un periódico para ver los departamentos en renta alrededor de la universidad.

Esa misma noche, el sueco recibió la desagradable sorpresa de ver a Dan frente a su puerta, y para colmo de males llevando a un semiinconsciente rubio a su espalda. Gruñó molesto, pero les permitió el paso a él y a Nor que estaba tras ellos.

–Bebió de más – Informo de forma innecesaria, mientras Dan dejaba al chico sobre el sofá – Sería mejor que lo acostaras de una vez.
–¿Sabías que planea mudarse? – La pregunta lo tomó completamente por sorpresa – Quizá deberías decírselo –
Giró su cabeza avergonzado, sus mejillas se tiñeron ligeramente de rosa, y su expresión se suavizo cuando miró al chico dormido.
–Nunca te creí tan cobarde – Le reto Dan, ya junto a la puerta – Pensé que eras digno de ser mi rival –
Se carcajeo de la cara de desconcierto su compañero, mientras era arrastrado hacia afuera por el más chico. Quien dirigió una última mirada a su amigo antes de cerrar la puerta.

En cuanto se quedo solo, se dirigió hacia el sofá y levanto en brazos al durmiente, para llevarlo a su habitación. Sin embargo, en algún momento del corto trayecto, Tino le hecho los brazos al cuello y se acurrucó más contra el cálido pecho que le acogía.

Berwald lo observó por un largo momento, no deseando dejarlo ir, aun cuando fuera solo para dejarlo dormir en su cama. Pero Nor había dicho que Tino pensaba mudarse, ¿Sería eso cierto? ¿Por qué el parecía ser el único que no sabía nada?

Con cuidado sacudió ligeramente el cuerpo que sostenía, necesitaba una respuesta, y nadie mejor para dársela que el principal implicado. Tino gruño ligeramente antes de entreabrir sus ojos, el rostro de la persona que más quería se encontraba justo frente a él, y sin pensarlo siquiera levanto su rostro para unir sus labios en un corto beso antes de volver a caer dormido.

El mayor se quedo estático… ¿Su persona más importante acababa de besarlo? Se sonrojó intensamente cuando cayó en cuenta de que así había sido. Tino Väinämöinen acababa de besarlo… ¿Por qué? ¿Lo querría como él lo quería? ¿O estaría soñando con alguien más?

Ese simple pensamiento fue suficiente para deprimirlo, después de todo no sería raro que el rubio estuviera ya con alguien. Es decir, era una persona amable, atenta y cariñosa, además que era muy lindo. Sacudió su cabeza, ahora más roja que un tomate, y depositó suavemente su carga sobre la cama.

Se lo quedo contemplado unos momento más, cada vez más deprimido ante la idea de que alguien más lo tuviera. Acerco su mano al rostro dormido del finlandés, y suavemente recorrió su rostro con las yemas de sus dedos. El otro soltó un suave suspiro antes de darse la vuelta y seguir durmiendo tranquilamente. Ese fue el pie para que Berwald se marchara, en un súbito arranque de valor, depositó un suave beso en la frente del durmiente y salió rápidamente por la puerta, completamente sonrojado.

A la mañana siguiente, el rubio ojivioleta se levantaba con un fuerte dolor de cabeza, le punzaban las sienes y se sentía confundido. Parpadeo intentando que la luz dejara de dañar sus ojos y soltó un prolongado bostezo, era cierto que se sentía mal, pero no era la primera vez que se levantaba con resaca, y probablemente tampoco sería la última.
Bostezo una segunda vez antes de finalmente levantarse en busca de algo que aminorara su jaqueca. Salió de la cama y aun envuelto en un estado de sopor se encamino a la cocina, donde Berwald le extendió una taza de café.

–Buenos días – Le saludó sin pensar mucho, tomando un pequeño sorbo de la bebida – ¿Qué tal dormiste?
El sueco le regreso una inexpresiva mirada, aun cuando por dentro bullían un millar de emociones. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Lo había besado, sus mejillas se coloraron ligeramente ante el recuerdo ¿Sería que no lo recordaba? Había llegado bastante mal la noche anterior después de todo.

Y pensándolo bien ¿Por qué no le había dicho que se iba a mudar? Sus ojos turquesa se quedaron fijos sobre la silueta que disfrutaba tranquilamente de su bebida.
Posó sus ojos en el oscuro líquido, podía sentir la penetrante mirada de su amigo clavada en el, ¿Había dicho algo inapropiado la noche anterior? Abrió sus ojos espantado ante la posibilidad. No era posible que se hubiera declarado o algo por el estilo ¿o sí?

–Tino…–
–Berwald…–

Ambos hablaron al mismo tiempo, y desviaron sus miradas con una sincronía envidiable, los dos sin muchos ánimos de continuar.

–¿V´s a m´dart´? – Finalmente el más alto se atrevió a romper el silencio que se estaba expandiendo entre ambos.
–¿..Qui..quien te lo.. Dan, ¿cierto? – El sueco asintió apretando los puños, molesto al recordar las palabras de ese tipo. –Sí, voy a mudarme – Aceptó sin voltear a verlo – Creo que es lo mejor…

El sueco aflojo sus manos mirando con incredulidad a su compañero, ¿lo mejor?, ¿cómo podía ser lo mejor?
–No t´v´yas – Pidió acercándose a la silla donde reposaba el menor – No me d´jes.
–Berwald...yo...tú... me gustas – Bajo la mirada completamente sonrojado.
–Tú t´mbi´n me g´stas –

El más chico negó con la cabeza, y sus pirando profundamente se puso en pie para dirigirse al mayor y darle un suave beso en los labios.

–E...esa es la forma en que me gustas – Dio un paso atrás sin dejar de verle a los ojos, esperando por el momento en que sería rechazado.

Pero ese momento no llegó jamás, sintió un par de fuertes brazos rodearle y acunarle contra el pecho firme de su amigo. Levantó la mirada confundido y un par de cálidos labios acariciaron los suyos, cerró los ojos dejándose llevar por el instante.

El beso termino cuando ambos se separaron para poder verse a los ojos, azul contra violeta, ambos buscando respuestas a preguntas que no llegarían a formularse. El sueco afirmo aun más sus brazos alrededor de la cintura de Tino, poco dispuesto a dejarlo ir. No ahora que por fin lo tenía entre sus brazos.
–¿Berwald? –Le miró con curiosidad –¿Dije algo anoche?

Quizá no era el momento más apropiado, para hacer esa pregunta, pero en verdad quería saberlo. Pero el mayor le estrecho más fuerte, escondiendo su sonrojado rostro en el hueco de su cuello. Si Tino no recodaba nada, quizá sería mejor así, dejaría ese breve beso para sí mismo, como algo que ocurrió solo en un sueño.

Parpadeo confundido por la “respuesta” de su ¿novio?, se le volvieron a subir los colores al rostro ante la simple palabra, pero decidió que la respuesta no era realmente importante, aferró sus manos más fuerza a la espalda de Berwald, no, mientras le tuviera de esa forma a su lado, lo demás no era importante.