El mar en la noche es negro [Priv. Tino Väinämöinen]

El mar estaba en calma. Totalmente negro, las pocas olas describían unas suaves ondulaciones en el agua que a Peter siempre le habían parecido fascinates y embaucadoras. Echado sobre el muelle, a aquellas horas de la noche, observaba aquella gran masa de agua como si realmente fuera lo más interesante del mundo.

Y, en cierto modo, así era, pues con la única necesidad impetuosa de la sangre, el tiempo nocturno le sobraba bastante. La luna brilla sobre el mar y esto le recordó a uno de esos poemas que recitaban los trovadores que solían visitar su aldea. Hablaba sobre piratas, la libertad y la justicia, pero nunca se aprendió ninguno de sus versos. Sin embargo, recordaba a la perfección la melodía, que comenzó a entonar.

Echado sobre las tablas húmedas, añorando el sonido que hacían las gaviotas que volaban sobre el mar, y el reflejo del sol y las nubes sobre éste, se mantuvo allí durante un buen rato, evadiéndose completamente de la realidad, mientras con sus manos tocaba aquella agua salada somera.

- Echo de menos a papá y mamá, desu yo. - Dijo en un suspiro.- Y también al tonto de mi hermano, aunque sea tonto, desu yo...

Un paisaje muy común que, era muy difícil de creer que fuera del agrado del hechicero, era sin duda alguna el mar nocturno iluminado por la escasa "luz" de la luna de entre tanta oscuridad. Ese día sentía la necesidad de visitar y contemplar esos paisajes que hacía un tiempo no tenía la dicha de poder ir a ver, así que sin más salió de su casa del bosque esa tarde para llegar a tiempo a las orillas del mar en la noche.

Una suave fila de luces que era producida por los faros captó su atención y delimitaban la zona del pueblo con el inicio de la costa. Bajó su mirada y la dirigió a la lejanía oscura, ese era el lugar que buscaba.

Juraba que escuchó una melodía apenas él tocó costa, parecía que alguien estaba esperando por él. Continuó su camino hasta un muelle que permitía más el contacto con el océano, pero se sorprendió al percatarse que, la fuente de dicha melodía que él creía imaginaria, se encontraba en la orilla del mismo muelle.

Y se sorprendió más al escuchar la voz de dicha fuente musical. —No debes decirle tonto, no seas grosero. —llamó en voz alta para captar su atención pero sin querer asustarlo. Ya había reconocido al pequeño cantarín.

Spoiler:

Se sobresaltó al oírle, dando un pequeño brinco en el sitio que casi le hace caer al agua. Se giró rápidamente para ver quién era el que le había dado tal susto. Y entonces lo vió.

- Tú...

Sí, tanto tiempo vagabundeando por las noches, sin un tutor o alguien con mayores conocimientos que él -o, simplemente, alguien- que le enseñase, le había vuelto un poco malhablado. Como su hermano, para su pesar.

- ¡Mamá! - Se levantó de un salto ágil, como si apenas pesase diez kilos, y corrió contra él, agarrándole en un abrazo que intentaba abarcar mucho y mostrar todo el cariño que en aquellos momentos sentía. Sonrió ampliamente, sin importarle mostrar sus colmillos y, con ellos, su nueva condición.- ¡Mami, has vuelto, desu yo!

Enterró la cabeza en su pecho, admirando su aroma. El de su madre, que aún recordaba de algunas noches antes de irse a dormir, cuando le contaba alguna historia fantástica o le cantaba algo y luego le arropaba cuando se hacía el dormido solo para recibir el beso de buenas noches, del que en realidad no quería prescindir aunque dijese que era suficientemente mayor para ello.

- ¡Te eché mucho de menos, desu yo! - Casi gritaba, emocionado.

Volvió a enseñar aquellos peligrosos colmillos en una sonrisa despreocupada. Con el finés no importaba que se mostrase tal y como era. Eso no afectaría a su relación. ¿O sí?

[Creo que también comenzaré a poner los diálogos en otro color. Para comodidad :3]

Esperó una reacción alguna, aunque sabía que había hablado de manera precipitada pero aún así con las posibilidades de haberle causado algún susto, no le importó y aún así lo hizo.

El pequeño de espaldas a él y él, observándole su espalda. No pudo evitar sonreír, puesto que hacía mucho tiempo que no veía a su "pequeño hijo"; y aunque parezca que vivía tranquilo, todos los días vivía preocupado por tan siquiera la condición de cómo podría estar el más pequeño.

La reacción que esperaba la obtuvo, de una manera que a él no le sorprendía. Apenas cruzó miradas con él, le dedicó una sonrisa bastante maternal, una sonrisa como nunca había logrado hacer desde hace tanto tiempo. Apenas vio que el otro se levantó éste extendió levemente sus brazos para recibirle, podía saber qué era lo que iba a suceder. Correspondió el abrazo y le devolvió una mirada, pero un detalle le sorprendió infinitamente y que enseguida intentó ocultar, no quería preocuparle por ahora.

—Tanto tiempo ha sido ya. —respondió de una manera relajada, tranquila y alegrándose por el entusiasmo tremendo del pequeño rubio, debía aceptar que ya le hacía falta ver un poco de su alegría por esos lares.

Se agachó para quedar casi a su altura, puesto que agachado quedaba un poquito más bajo que el menor. De nuevo, vio con todo su esplendor aquellos colmillos que habían captado su atención minutos atrás. Frunció de manera muy leve el ceño, preguntándose qué habría ocurrido. —Esos colmillos... —habló preocupado, era inevitable no sentirse así siendo él parte de la familia, aunque a pesar de que se mostrara tranquilo al respecto.

[OFF: Como te agrade más c:]

La sonrisa se le fue del rostro tan rápido como había venido. Fue, tal vez, la expresión de quien era su madre o el tono de esas últimas palabras, tras el descubrimiento. Apartó apesadumbrado la vista, dirigiéndola hacia el suelo, y soltó un poco el agarre del abrazo. Dejó caer un brazo, que llevó casi instintivamente al pecho, cerca de la zona izquierda, al corazón.

- Mamá, yo... - Tragó saliva por inercia, porque realmente era algo que no necesitaba hacer.- Ahora soy un vampiro.

Como si no fuera ya de por sí evidente.

Realmente no se atrevía a mirarle a los ojos. Aquel, ¿cómo le miraría ahora? ¿Le repudiaría? Sabía que los vampiros -junto a los licántropos- no eran muy bien vistos debido a sus costumbres, pero ello no le pareció al pequeño motivo suficiente como para temer el rechazo. Al menos en un principio, hasta que oyó las palabras salir de su boca.

- ¡P-Pero soy un vampiro bueno, desu yo...! - Se apresuró a decir, obligándose a mirarle a los ojos.- Es decir, cazo solo por necesidad y procuro no hacerle daño a las presas... - Aunque esto último apenas lo conseguía.

Hizo varios aspavientos con las manos, nervioso, mientras le iba explicando, tal vez para arreglar algo que él creía que había estropeado desde el primer momento en el que había mostrado los colmillos.

[Creo que voy a ir probando los azules, porque me di cuenta ayer que con el primero difícilmente se puede leer e___e]

¿Vampiro? ¿Es decir, un vampiro? Abrió sus ojos de par en par bastante sorprendido, no podía creer lo que escuchaba (o más bien no quería creerlo). ¿Qué era lo que había estado haciendo ese tiempo? Con quiénes se había involucrado, por un momento sintió muchísima preocupación.

Se mantuvo en silencio por unos momentos, agachó la cabeza pensando claramente en lo que le habían dicho... ¿será que...? Entonces fue que el otro le había resuelto la pequeña "duda" que tenía; no quería pensar en ello pero era inevitable el no hacerlo.

Suspiró un poco más "tranquilo" puesto que no estaba del todo tranquilo. —Bueno, Peter... —no encontró nada mejor para responderle al pequeño rubio y se sintió mal por no saber qué decirle, es decir, tanto tiempo sin haber sabido nada de ellos, el uno y el otro.

Desde hacía un momento se atrevió a mirarle de nuevo, contemplando toda la mímica que hacía el otro al tratar de explicarle que no era un vampiro malo. Rió levemente y divertido y colocó una de sus manos en el hombro del menor. —Jaja, sé que eres un vampiro bueno. —demostró plenamente su confianza en el otro. Se levantó y le miró fijamente.

Sostuvo la mirada, tomó aire y finalmente se atrevió a preguntar:

- Mamá, ¿no te importa... que sea un vampiro? - Tenía miedo de la respuesta, lo reconoce, pero debía saberlo porque la duda le comía por dentro. Y cuando se refería a ser vampiro era a todo lo que ello acarreaba, el atacar a personas y robarles la sangre, o el no poder salir a la luz del sol y tener una vida social muy reducida, por no decir nula.

De pronto, lo único que se oía de fondo era el sonido del mar, que mecía las olas como intentando infundirle ánimos al pequeño, o el graznido de alguna ave marina que se había quedado medasiado rezagada respecto a la bandada, o un banco de peces que salían a tomar los trocitos de pan que minutos antes les estaban lanzando el sealandés, o la madera crugiendo o incluso el rumor del viento resonando entre unos riscos cercanos al puerto.

El chico esperaba aparentemente la respuesta, aunque se moría por dentro. Sin embargo, por cada segundo de silencio que pasaba se hacía una idea cada vez más errónea.

[Siento que sea tan corto ; D;]

Debía aceptar que tenía un poco de miedo e incertidumbre porque ahora Peter era un vampiro, pero su confianza era mayor a esos sentimientos negativos; sabía que Peter era un niño bueno y confiaba que sabría controlarse respecto a esos actos peligrosos, de cualquier manera él le daría todo su apoyo. Torció un poco la boca, se lamentaba que, él siendo tan joven, ya tenga que cargar con un peso muy grande como lo era el ser vampiro, se preguntaba qué había hecho durante todo este tiempo de ausencia.

Se exaltó al escuchar la pregunta del menor, quería responderla, pero al momento pensó que debía pensar bien sus palabras si quería demostrarle al pequeño que tenía todo su apoyo. Se tomó unos cuantos segundos, no quería que piense que lo hacía por compromiso o lástima, sino con toda la honestidad que le fuera posible demostrar.

En su rostro esbozó una sonrisa y miró al menor de manera acogedora, dando un paso hacia adelante para estar más cerca de él y lo jaló suavemente hacia sí para atraparlo en un suave abrazo. —Me importa. —admitió, mientras su mirada estaba hacia el mar. —Me importa porque me preocupo por tí. —se explicó enseguida, suavizando más su voz. —Pero eso sí, no importando tu condición siempre te vamos a querer y cuidar. —intentó sonar lo más sereno posible, infundirle al menor seguridad, tranquilidad y todo lo que conlleve para que se sienta mejor, podía sentir incluso un poco de miedo proveniente del pequeño rubio, pero por eso debía apaciguarle, aunque sea con sus palabras.

[OFF: No te preocupes D: está perfecto.]